Kaia
Quería ir a la habitación que había ocupado la noche anterior y derramar mi dolor por medio del llanto, pero Lira y Liana me interceptaron, y tuve que tragarme las ganas de llorar y fingir que todo estaba bien.
Ya estaba acostumbrada, así que pude hacerlo sin mucho esfuerzo.
—Deberíamos tener un día solo de chicas e ir a Luna Roja de compras —propuso Lira, nostálgica—. Extraño esas salidas divertidas, libres de responsabilidades. —Suspiró.
—¿Apenas eres luna de una manada y ya te cansaste? —se burló su hermana, maliciosa.
—No me he cansado... Bueno, sí. —Se quedó pensativa y suspiró de nuevo—. A lo que me refiero es que amo ser luna y vivir con mi bello mate, pero tantas responsabilidades me abruman. Necesito un respiro.
—Es normal, no le hagas caso a Liana —le dije, comprensiva—. Podemos cuadrar un día de escape de solo chicas.
—¡Tú sí me entiendes! —exclamó. Luego miró a su melliza con una mueca—. No como otras...
Liana le iba a responder, pero la detuve.
—No empiecen —dije, pu