Zebela
Mi corazón latía desbocado debido al caos frente a mí. Fuego, humo, polvo levantado, sangre y muerte eran parte del desastre.
¿Por qué todo se vino abajo de repente?
Busqué a Bastian, y lo que encontré acabó con la poca cordura que me quedaba. Mi corazón se apretó tan fuerte que sentí que me asfixiaba, y perdí el equilibrio. Caí de rodillas y las lágrimas me mojaron el rostro como un torrente.
El temor fue esa sombra que apagó mi sano juicio y me hizo actuar de forma impulsiva. Mis ojos brillaron de indignación e ira, y las ganas de acabar con todos ellos estallaron dentro de mí.
No supe más de mí; solo era consciente de los enemigos que caían heridos por mi energía rosada. En el pasado, había usado mi poder para sanar, bendecir y dar vida. Ahora, era mi arma mortal, que se incrustaba en la carne de cientos de hombres en forma de filos y se hundía hasta arrancarles el último aliento. ¡Qué ironía! La loba de vida ahora estaba destruyendo.
Pero se metieron con mi mate, ¿cómo espe