Debo mantenerlo alejado de mí.
—¿Qué mierda acabo de hacer? ¡Dios!, esto no está nada bien ¿Cómo pude dejarme llevar por sus encantos? ¡Maldita sea!
Golpeo repetidamente el volante de mi auto hasta dejar de sentir mis manos, es que lo que había hecho superaba con creces el nivel de estupidez que cualquiera habría pensado, pero esa declaración me volvió loca.
—Sí, eso debe ser, me estoy volviendo loca. Necesito hablar con alguien.
Tomo mi teléfono y me devano los sesos pensando a quién llamo que no me mate por lo que acabo de hacer y no se me ocurre nadie más que él.
El repicar del teléfono en su cuarto sonido me indica que no va a responder, pero el milagro ocurre antes que cuelgue.
—¿Ro? Niña ¿Qué pasa? —mi llanto sale a raudales, debo detenerme al igual que hace unos minutos en medio de la autopista— ¡Ro! Háblame.
—Lo… lo… dejé en medio de la autopista…
—¿Qué? ¿A quién? Vamos, Rocío háblame, quiero entenderte.
—Él dijo que mi hermana jamás se fue con él a Dublín, pero yo… yo sé que es mentira. Ella no me hubiera