El comienzo del fin de una historia que no tiene ni pies ni cabeza.
Salimos corriendo de la fiesta de los chicos. No sabía lo que hacía, pero la forma alocada en que esa mujer me llevaba de la mano era la que me tenía a mil la revoluciones.
—¡Esto es una locura! Ni que fuéramos los novios—le digo soltando una risita nerviosa, es que diablos, esta mujer era más impredecible que los huracanes.
—La vida es una sola ¿no? Y ya bastante había esperado por esto— de la nada, se lanza a mis brazos y me besa con pasión, una desenfrenada que había nacido meses atrás, donde ella era el enemigo a vencer o eso pensaba, pues ahora era esa fruta prohibida que quería pribart.
—No sabes cuánto había deseado esto, Rocío.
—Pues vamos y me lo demuestras.
Seguimos en nuestro escape y nos subimos a su convertible blanco como dos locos enamorados, dios cuanto deseaba estar entre las piernas de esta mujer.
Cuando cualquier pronóstico podría estar en mi contra, ella por fin estaba aceptando los sentimientos que habíamos forjado en todo este tiempo y después de todo lo que habí