La oscuridad volvió a ganar.
Los ojos de Alana se abrieron como platos, fueron de la loba al vampiro. Su cabeza comenzó a doler de una forma inimaginable, sus ojos se cristalizaron.
- Ohhh, no me digas, vas a llorar?
Alana no pudo hablar, sentía un nudo en su garganta. Y por si fuera poco todo aquello que estaba sintiendo, su mente comenzó nublarse. * No, no es el jodido momento de dormir* Cerró sus ojos con fuerza y una lágrima corrió por su mejilla.
- No era necesario decirlo.
- ¿Por qué, no? Que ibas a esperar?
- ¿Es cierto?
Stella rio. - Crees que mentiría?
- Cállate Stella, no estoy hablando contigo.
Se acercó a Alana y puso su dedo índice en su frente de forma despectiva y molesta - Mucho cuidado con la forma en que me hablas. No estás en la jodida manada.
Alana buscó los ojos de Gastón y cuando sus miradas se cruzaron pudo sentir la frialdad con la que la miró. Fue imposible no sentirse como una estúpida, la habían engañado. Su labio inferior tembló. - Entonces, es cierto. Me mentiste. ¿Por qué l