El castillo es un lugar grande pero no había mucho que hacer, y viendo que el príncipe había vuelto a correr de sus brazos, tal vez conocer el lugar mejor sería una buena idea.
Empezar por la zona de los sirvientes, donde se cocinaba, limpiaba y planchaba, o sea se hacían las tareas duras para complacer los caprichos de la realeza sería la mejor opción. Tener amigos allí sería útil, y no muy difícil puesto que las otras cortesanas no tocarían con un pelo aquel lugar.
—Creo que se ha perdido —le dice un joven de piel dorada y cabello oscuro.
—La verdad es que no, es que me aburro mucho y pensé en ayudar aquí —El joven arquea una ceja del asombro.
—Creo que es mejor que regrese con sus compañeras, tal vez ellas podrían entretenerla —le pide de forma gentil apartándola del área del servicio.
—Prefiero hacer algo útil —mantiene con firmeza —¿De haber algo que una chica como yo pueda hacer?
Aquel sitio es como la parte trasera del telón de una obra de teatro, es el lugar donde ocur