Mundo ficciónIniciar sesiónAlexa es una mujer madura; a sus cuarenta años, está divorciada, tiene dos hijos universitarios y ha salido adelante sola, pues es inteligente, hermosa y lo que quiere lo consigue. Su carácter ha hecho que nunca se dé por vencida, y esta vez no será la excepción. Rosbaldo es un hombre joven, apuesto, excelente deportista; solo que su carrera está a punto de irse al diablo por sus excesos, pues fiestas y mujeres son lo que más le importa. Pero, ¿acaso Alexa podrá hacerlo cambiar? ¿Qué hará Alexa cuando Rosbaldo la meta en serios problemas? Pues no es fácil lidiar con un chico quince años menor que tú, que siempre está tratando de seducirte. ¿Caerá Alexa en sus encantos o pondrá distancia y se alejará de lo prohibido?
Leer másPiero estaba agotado después de pasar más de veinticuatro horas viajando. Adoraba su trabajo y conocer lugares exóticos, pero preferiría no tener que pasarse horas encerrado en un avión. No era natural para su cuerpo pasar tanto tiempo sentado en una misma posición, sin importar lo cómodo que fueran los asientos en clase ejecutiva.
Entró a la que había sido su habitación desde que era un adolescente. Tenía un departamento cerca de la ciudad, pero casi siempre visitaba a sus padres cuando llegaba de alguno de sus trabajos. Era bueno pasar tiempo con su familia, luego de haber estado bastante tiempo fuera.
Nada había cambiado a lo largo del tiempo. Las paredes aun conservaban algunos posters de cuando estaba pasando por su fase rockera, algunos de sus premios de deportes de la escuela estaban en un estante, eran los pocos que su mamá, Ava, no había podido colocar en la sala de la casa.
Ava era la esposa de su padre y su mamá en todo el sentido de la palabra. No es que no quisiera a su madre biológica, es solo que Ava había estado para él en muchos momentos importantes a lo largo de su vida que su propia madre se había perdido.
Dejó su maleta de mano en un rincón y, antes de ceder a la tentación de echarse en la cama, se dirigió al baño para tomar una ducha. Nada mejor que un poco de agua para desenredar los nudos que sentía por todo el cuerpo.
Tan pronto salió del baño, tomó su celular para llamar a Nerea. Había mandado un mensaje en cuanto aterrizó para decirle que había llegado, pero quería escuchar su voz antes de irse a dormir.
Nerea se había convertido en su amiga luego de que ella lo había humillado en público. En solo un movimiento ella lo había llevado hasta el suelo como si no pesara nada. Una rara manera de empezar una amistad.
Piero había intentado conquistarla al principio. Ella era linda y divertida. Pronto, sin embargo, cambió de opinión. No solo porque ella le había dejado claro más de una vez que nunca estaría con él, sino también porque le gustaba tenerla en su vida.
—Hola, tú, desconocido.
Sonrió al escuchar su voz.
—Hola, princesa.
—Sabes que aún no me agrada que me digas así.
—Y tú sabes que no tengo el sentido común para dejar de hacerlo.
—Tal vez fui muy piadosa contigo la primera vez, pero si sigues por ese camino me aseguraré de que entiendas el mensaje cuando termine contigo.
—Esa suena a una propuesta muy tentadora.
—Idiota, acaso no eres capaz de pensar en algo más que sex0.
—Claro que sí, también pienso en comida y a veces, si me concentro lo suficiente, pienso en seguir haciéndome más rico.
Nerea soltó una carcajada. Aquel sonido siempre le causaba una sensación inexplicable en el pecho.
—¿Cómo estuvo el trabajo?
—Igual que siempre. Conseguí algunas fotos impresionantes mientras estaba en medio del bosque. Y luego tuve algo de diversión. —Se aseguró de que sus palabras sonaran con doble sentido.
—Y allí vas otra vez.
—Paracaidismo. Hice paracaidismo. ¿Tú que creías?
Cuando ella no respondió, soltó una carcajada.
—Creo que eres tú quien no puede dejar de pensar en sex0. Estoy dispuesto a ser tu conejillo de indias cuando quieras —dijo en broma.
—Sigue soñando.
Sacudió la cabeza y decidió cambiar de tema.
—¿Qué has estado haciendo mientras estaba lejos?
Piero se recostó en la cama y escuchó hablar a Nerea sobre su trabajo. Ella había terminado la universidad hace muy poco. Aunque era muy buena en el combate cuerpo a cuerpo, Nerea había optado por estudiar en informática y ahora trabajaba en la empresa de su padre. Por lo que había visto, era aún mejor hackeando sistemas.
—¿Piero?
—¿Qué?
No recordaba el momento en el que había cerrado los ojos.
—Te estás durmiendo, prácticamente pude escucharte roncar.
—Lo siento, largo viaje.
—Lo sé, será mejor que vayas a dormir.
Soltó un bostezo apenas ella terminó de hablar.
—Creo que tienes razón.
—Dime cuando no la tengo.
—Buen punto. Hablamos luego, princesa. —Terminó la llamada antes de que ella le dijera donde podía meterse su apodo. Era muy ingeniosa cuando la provocaba lo suficiente.
Dejó el celular sobre el buró y se acomodó. Apenas unos segundos después se quedó dormido. El sonido de unos golpes en la puerta, lo despertaron después de lo que se sintió como unos minutos de sueño. Pero la hora en su celular le dijo que llevaba durmiendo más de tres horas.
—Piero, hijo —llamó su mamá.
Era una hora extraña para que ella lo despertara. Algo malo debía haber sucedido.
—Solo un segundo —dijo. Se levantó y fue hasta su armario por un pantalón de chándal y una camiseta.
Una vez vestido se dirigió a la puerta. Tan pronto la abrió y vio el rostro de su madre, sus temores crecieron.
—¿Qué sucede? —preguntó tratando de conservar la calma—. ¿Es papá?
—Tranquilo, no tiene nada que ver con tu padre.
—¿Entonces?
—Yo… creo que deberías bajar a la sala y verlo por ti mismo.
Piero frunció el ceño aún más confundido, pero de todas formas siguió a su mamá por el pasillo hasta la primera planta.
Abajo estaba su padre y él miró en su dirección en cuanto escuchó sus pasos.
—¿Qué está… —Se quedó a media frase al ver el bebé que su padre cargaba en sus brazos. O al menos eso es lo que parecía lo que su padre sujetaba envuelto en una colcha.
—¿Es ese un bebé? —preguntó solo para confirmar.
¿Qué hacía su padre sujetando un bebé?
—Sí y según la nota que venía entre sus pocas cosas, es de ti.
Alexa Todo parecía tan irreal, de verdad, un sueño del que no quería despertar. Juro por Dios que era el sueño de cualquier mujer, pero esto era real y solamente mío. Cuando subimos al avión de regreso, mi sonrisa era tan grande que las personas me miraban extrañadas, pero era algo que no me importaba en esos momentos. Ya no me importaba nada, ni siquiera lo que la gente decía; eso ya había pasado al final de la lista de las cosas que me importaban. Así que traté de disfrutar todo lo que estaba sucediendo en mi vida. Sabía que, de igual manera, al aterrizar en casa, todo volvería a la normalidad; incluso los problemas regresarían, pero trataría de tomarlos más a la ligera y de ignorar aquello que me hacía daño.Así que, cuando entramos a la mansión después de esas bellas vacaciones, la chica del servicio nos tenía una notificación, pues el padre de Ingrid había contra demandado, según él, porque mentíamos acerca de lo que había pasado. Cuando Ingrid ve la notificación, me mira con mi
Alexa Por fin habíamos aterrizado en Cancún. Sí, increíble, pero me sentía agotada. Quería creer que había sido por lo tarde que nos dormimos anoche, el cardio tan delicioso que hice, o simplemente por que me hacía falta descansar. Pero mi sorpresa fue aún más grande, pues cuando por fin todos llegamos al hotel y tratamos de registrarnos, había un error en la reserva: faltaba nuestra habitación. Juro que no lo podía creer. Quería matar a Tommy. ¿Cómo era posible que todas las reservas estuvieran correctas excepto la nuestra? Me acerqué a Tommy, lo tomé del brazo, lo alejé de todas las personas y le sonreí con los dientes muy apretados. Le dije:—¿Me quieres decir qué está sucediendo, Tommy? No estoy en mi mejor momento, me siento fatal, estoy agotada. Necesito un baño, aquí hace un calor horrible y tú me estás diciendo que mi reserva simplemente no está. Hubo un error, no tengo habitación, así de simple.Él se encoge de hombros y me sonríe.—Nena, relájate. Espera un momento, voy a h
Alexa Habían pasado los días y parecía que todo estaba mejorando. Roxy por fin había salido del hospital y ya estaba en casa. Ingrid se había recuperado casi totalmente de todos sus golpes, pero sabía que su corazón aún estaba muy herido, pues había días en que la veía sentada en el jardín, mirando hacia el cielo y con lágrimas en sus mejillas. No podía acercarme y decirle que la entendía porque ni siquiera quería saber qué era ese sentimiento. Y Tommy, Tommy se estaba haciendo cargo de las vacaciones. Él era el más entusiasmado con todo esto. Yo todavía seguía pensando que no era una buena idea, pero un día antes de partir, entró a nuestra recámara sin siquiera tocar. Solo se cubría los ojos y decía:—Espero que no estén desnudos, o al menos, si Roxy quisiera mostrarme cada músculo de su bellísimo cuerpo, yo estaría dispuesto a sacrificar mis ojos. Pero si eres tú, nena, mejor vístete ahora mismo.Yo voltee los ojos con fastidio mientras Roxy suelta una carcajada. A mí no me parece
Alexa Estábamos llegando a la mansión. Sí habían dado el alta a Ingrid, pues a pesar de que había perdido el bebé, al parecer los médicos pensaban que dos días en el hospital eran más que suficientes. Yo sabía que el cuerpo podía sanar, pero por dentro ellos dos estaban destrozados. Aunque también esperaba que pudieran superar la pérdida de su bebé, si soy sincera, creo que eso jamás se supera; se aprende a vivir con el dolor, pero nunca se olvida. Yo le ayudo a recostarse en su cama y veo cómo disimuladamente limpia algunas lágrimas. Tomo su rostro entre mis manos y le sonrío.—Sé que no será fácil, pero yo estaré con ustedes en todo lo que sea necesario, así que no dudes en llamarme para cualquier cosa, ¿vale?Ella me sonríe y asiente. Estoy por levantarme cuando toma mi mano. Yo la volteo a ver y, aún con lágrimas bajando por sus mejillas, me dice:—Gracias, señora Alexa. Se ha comportado mucho mejor que mi propia madre. Creo que no hay palabras para agradecer todo lo que ha hecho
Roxy Cuando perdí el conocimiento, lo único que recordaba era lo que había pasado con ese hombre que jamás se comportó como un padre. Traté con todas mis fuerzas de seguir despierto, pero no lo logré. No sé en qué momento, o si fue un sueño, pero escuchaba la voz de Lexy y eso me hacía querer luchar aún más. Ella pedía que despertara y juro que trataba de luchar contra mi cuerpo cansado, pero nada funcionaba hasta que...Cuando abro los ojos, se sienten pesados y arenosos. Suspiro y creo que es mala idea, pues casi sale un grito de mi adolorida garganta. Mierda, ¿habrá alguna parte de mi cuerpo que no duela? De pronto, siento que alguien toma mi mano. Yo volteo y trato de mantener mis ojos abiertos. Sonrío como un tonto, esperando que sea mi Lexy, pero me llevo una sorpresa muy grande.—Creo que por tu rostro no soy la persona que esperas encontrar.Trato de hablar, pero hasta eso duele. Ella me sonríe y niega.—Espera, no te esfuerces. Está muy lastimada tu garganta. Te daré un poco
Alexa Habían pasado cerca de 2 horas desde que Roxy había ingresado al hospital. Mis lágrimas seguían bajando por mis mejillas y, por más que quería ser fuerte, estaba cansada, cansada de todo lo que había pasado, de que la gente tratara de lastimarnos, de estar rodeada de gente enferma y mala que siempre te quiere ver mal. Pero, a pesar de que sentía el mundo encima de mí, tenía que ser fuerte, tenía que levantarme, dar unos pasos y acercarme a mi hijo, porque él no estaba mejor que yo. Había perdido un bebé y eso no es cualquier cosa. Cuando me coloco a su altura, él me mira a los ojos y me sonríe, se lanza a mis brazos y yo lo tomo tan fuerte que no lo quiero soltar. Alguien toca mi hombro, yo me separo de él y, de inmediato, limpio mis mejillas. Me volteo y, frente a mí, está la madre de Roxy, mi hijo y Tommy. Ella toma mis manos entre las suyas y me dice:—Por favor, dime que está bien, dime que está vivo, que no le pudo hacer daño. Por favor, dime que mi hijo sigue con vida.Yo
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