Alexa es una mujer madura; a sus cuarenta años, está divorciada, tiene dos hijos universitarios y ha salido adelante sola, pues es inteligente, hermosa y lo que quiere lo consigue. Su carácter ha hecho que nunca se dé por vencida, y esta vez no será la excepción. Rosbaldo es un hombre joven, apuesto, excelente deportista; solo que su carrera está a punto de irse al diablo por sus excesos, pues fiestas y mujeres son lo que más le importa. Pero, ¿acaso Alexa podrá hacerlo cambiar? ¿Qué hará Alexa cuando Rosbaldo la meta en serios problemas? Pues no es fácil lidiar con un chico quince años menor que tú, que siempre está tratando de seducirte. ¿Caerá Alexa en sus encantos o pondrá distancia y se alejará de lo prohibido?
Ler maisAlexa
Cuando salí de casa, pintaba para ser un día genial, pero apenas cerré la puerta de la entrada, ahí estaba de pie, cruzado de brazos y con su rostro furioso: mi exesposo, mi dolor de cabeza, que después de cinco años de divorciado sigue molestando como un grano en el culo. Yo abro el coche y subo todos los documentos, pues el hombre piensa que porque él es millonario, todos tenemos la misma suerte. Les resumo un poco acerca de él: su nombre es Ramiro Cardozo, un importante arquitecto y experto en bienes raíces. Su edad: cuarenta y cinco años. Hace cinco años decidió que yo ya estaba vieja para él y me pidió el divorcio, y al poco tiempo se casó con su secretaria, veinte años más joven. Obviamente, ella ahora vive la gran vida y él es un... ¿cómo podría nombrarlo? Pendejo, si esa es la palabra indicada. —Ahora, ¿qué ha pasado? —Ramiro habla rápido—. Se me ha hecho tarde para el trabajo. Él bufa y niega. Yo solo vuelvo los ojos, pues ya vienen pasando desde hace un tiempo. —¿Todavía preguntas qué ha pasado, Alexa? Por Dios, sabes perfectamente por qué estoy aquí. Tu hijo me llamó y me ha pedido dinero. Ya sé que tus intenciones son verme, pero ¿por qué utilizar a nuestros hijos? Yo suelto una carcajada y niego. Este tipo está completamente loco. Querer verlo... yo lo que más deseo es que se mantenga alejado lo más que pueda. —Ramiro, estás muy equivocado. Si mi hijo te ha llamado y yo no estaba enterada, es porque tiene que pagar la universidad. Solo hazlo y deja de hacer tanto drama, por Dios. Si yo quisiera verte, te llamaría, pero créeme que es lo último que deseo. Así que, si me permites, yo sí trabajo. Él me detiene cuando me doy la vuelta y me sonríe, pero eso parece más una mueca que una estúpida sonrisa. —Pero si acabo de pagar la universidad, le he regalado un coche y aun así se niega a verme, y supongo que porque tú se lo pides. —Estás muy equivocado. El coche se lo regalaste en su cumpleaños veinte y él no te lo pidió. Yo pensaba hacerlo, y la colegiatura la pagaste el año pasado. Si se te ha olvidado, se paga cada seis meses, y hace seis meses la pagué yo. Así que esta vez te toca a ti. Pero si no puedes hacerlo, no importa, yo lo hago. Y respecto a que los chicos no te quieran ver, no tiene nada que ver conmigo. Jamás se los he prohibido, por el contrario, pero ellos no terminan de perdonarte, y ahí sí que yo no puedo hacer nada. Así que no te vuelvas a parar en mi casa. Camino hacia mi coche y él empieza a gritar. —Eres una mujer amargada y estoy seguro de que tú eres la culpable de todo, pero ahora no te daré ni un peso, ¿escuchaste? Yo enciendo el coche y subo el volumen de la radio para no escuchar todas sus estupideces. Me dirijo hacia la oficina. Cuando me he alejado de la casa, bajo el volumen y escucho mi teléfono. M****a, es demasiado tarde. Fernando se debe de estar volviendo loco. Cuando contesto, me doy cuenta de que no me he equivocado. —Alexa, ¿dónde diablos estás? Tengo a la prensa encima de mí. M****a, deberías de estar aquí para controlarla. Yo frunzo el ceño, entrecejo, pues no sé de qué está hablando, pero luego recuerdo que tenía que empezar ahora con un nuevo cliente. M****a, si no fuera la mejor en lo que hago, creo que ya me habrían despedido. —Fernando, tranquilo, que ya estoy por llegar. No lo dejo contestar y cuelgo la llamada. Piso el acelerador para llegar lo más rápido que puedo. Cuando llego a la agencia, él tenía razón: hay un montón de periodistas alrededor del edificio. Pero, ¿qué diablos? De inmediato me estaciono y corren hacia mí. Con dificultad, logro colocarme frente a ellos y poner una mano frente a mí y les sonrío para tranquilizarlos. —Señores, por favor, guarden un poco la distancia. Responderé las preguntas, pero todo con educación, por favor. El primero en atacar es un chico. Se ve joven, así que le sonrío. —Señora Alexa, buenas tardes. Creo que Roxi puede resolver el problema en el que se ha metido, pues es algo muy grande: es agresión. Yo no lo dejo continuar porque no sé de qué diablos está hablando, pero no borro mi sonrisa. —Bien, cariño, lamento informarles que no sé de qué me hablan, porque no me dejan llegar a la oficina y ver qué es lo que está pasando, y les informo. Empiezo a caminar entre la multitud, pero parece que no me dejarán pasar. Así que cuando volteo hacia atrás para pedirles que no me detengan, alguien está demasiado cerca y su micrófono va a dar a mi cabeza. M****a, eso dolió. Me mareo un poco y es la única manera en que todos retroceden. Yo solo toco el lugar donde tengo el golpe y sale un poco de sangre. Miro mal al mismo chico al que le había contestado y él solo dice "lo siento". Yo empiezo a caminar muy molesta, pero ¿qué diablos está pasando? M****a, cuando ingreso a recepción, la chica me sonríe, pero al ver mi frente sangrando, de inmediato se pone de pie y se acerca a mí. —¡Dios! Alexa, ¿estás bien? Yo la miro con una ceja alzada. —Lo sé, ¿qué pregunta más estúpida? No, no estoy bien. Ven acá, te curaré. Yo niego. Necesito llegar con Fernando y saber qué está pasando. —No, nena, está bien. Solo es un golpe insignificante. Tengo que hablar con Fernando. No ha salido, ¿verdad? Ella niega y suspira. —Pero Alexa, está furioso. Creo que esto se le salió de las manos. Yo vuelvo los ojos y camino hacia su oficina. Lo que sucede es que es un inepto y siempre le gusta que le arreglen los problemas. Cuando llego a su oficina, se escucha que está en una llamada, pero los gritos se oyen en todo el piso. Veo a su secretaria y me mira de arriba a abajo. Si no me soporta, ni yo a ella. Esto es mutuo, pero cuando ve mi golpe en la frente, ella sonríe y yo solo vuelvo los ojos y me dirijo hacia la oficina, pero ella me detiene. —¿Qué, no escuchas que Fernando está ocupado? Yo suspiro y sonrío. —Gina, Fernando me está esperando. Deja tus celos en paz. Ese hombre no es ni para mí y mucho menos para ti. Está casado. Repítelo hasta que entiendas, de acuerdo. Así tú y yo nos llevaremos bien, ¿vale? Ella se pone de pie y yo de inmediato abro la puerta. Esa mujer se derrite por Fernando Solórzano, pero el hombre es caso. Y por más que ella le tira todos los perros, como diría mi madre, el hombre ni la mira. En cambio, yo tengo muy mala suerte, pues justo él me ve de arriba a abajo, queriéndome devorar. Pero yo jamás me metería con un hombre así. Además, su esposa es la mujer más dulce que existe en el mundo. No merece a un tipo como él, pero creo que ella jamás se ha dado cuenta. Fernando me sonríe y cuelga su llamada. —Vaya, hasta que llegas. Pero, ¿qué mierdas te pasó? Él trata de acercarse y yo me alejo y niego. —Nada, no pasa nada. Mejor dime qué es este problema. Él toma asiento y suspira, toma el puente de su nariz y lo presiona. —Roxi se metió en problemas y ahora no sé qué hacer. Justo te iba a nombrar su agente. Creo que solo tú podrías ayudarle. Yo lo interrumpo y niego. —Estás loco. Esa chica debe de ser un maldito fastidio. Ya con los chicos que manejo es suficiente. —No es eso. Olvídalo, igual lo harás. Está esperando en la sala de juntas, así que, ¡andando! Él se pone de pie y empieza a caminar fuera de la oficina. Cuando paso por su lado, lo miro mal, pero él sonríe y me ofrece un pañuelo. Yo lo tomo de mala gana y empiezo a limpiar mi frente. Cuando llego a la sala de juntas, él abre la puerta y yo ingreso. Todo está completamente a oscuras. Yo volteo a verlo, algo confundida, y él suspira y enciende la luz. Cuando de pronto escucho una voz ronca tras de la puerta. —¡Apaguen la m*****a luz! ¿No ven que estoy durmiendo? Fernando cierra la puerta y sí, justo lo que dijo: está tirado en el suelo, dormido, con su gorra en la cara. Yo volteo a ver a Fernando. Él solo suspira y me dice: —Alexa, te presento a Rosbaldo, o como todos lo conocen, Roxi, el mejor jugador de béisbol, pero que está llevando a la m****a su carrera. Roxi, ponte de pie, pues vas a conocer a Alexa, tu nueva agente. Y así como la ves, con esa cara angelical, va a ser un gran grano en tu culo. Él se quita la gorra y puedo ver unos lindos ojos azules, su nariz llena de pecas, pero voltea los ojos con fastidio y yo me cruzo de brazos. —Olvídalo, Fernando. Yo no trabajaré con un niño mimado, sin educación. Con permiso, gusto en conocerte, Roxi. Me doy la vuelta y él se pone de pie y suspira. —Espera, Alexa. ¿A ti quién te dijo que era un niño mimado? Yo volteo y lo miro sorprendida, pues es alto y su cuerpo está muy bien trabajado. Yo carraspeo para dejar de verlo, pues podría ser mi hijo, pero para mi desgracia no lo es. Solo espero que este trabajo termine pronto, pues no sé si pueda soportarlo.Alexa Decir que estaba preocupada era poco, pero escuchar las palabras de la madre de Roxy hizo que mi piel se erizara. Sabía que había malos padres, pues Ramiro era uno de ellos, pero jamás me imaginé que sería capaz de lastimar de esa manera. Al escucharla decir absolutamente todo al detective, desde el momento en que él pidió el aborto cuando ella salió embarazada, o cuando él trató de hacerle daño mientras Roxy era apenas una adolescente, hacía que mi corazón latiera con fuerza. Pues sí, si eso lo intentó antes, ¿qué no podría intentar ahora? Yo volteo y miro a la madre de Roxy con lágrimas en mis ojos y hago la pregunta que ronda mi cabeza:—¿Por qué?Ella me mira confundida y yo le sonrío y le vuelvo a preguntar:—¿Por qué hizo todo eso en contra de él? Dios, era su hijo, su sangre. Creo que a un hijo se le ama por encima de nuestra propia vida. ¿Por qué tratar de hacerle daño de esa manera?Ella suspira y se pone de pie, todo bajo la atenta mirada del detective. Veo que los re
RoxyCuando conocí a Lexi, jamás pensé que una mujer como ella se fijara en un hombre como yo, pero estaba muy equivocado. Lo que yo necesitaba, ella lo tenía, y yo me esforzaría para darle lo que ella buscaba. Pero ahora mismo estoy en duda si hay un futuro con ella, un futuro para nosotros, pues ni siquiera sé si saldré de aquí con vida. Abro los ojos y mi cabeza duele; trago saliva y puedo sentir el sabor metálico de la sangre. Un gemido ronco sale de mi garganta, pues me duele todo el cuerpo. Cierro los ojos y tomo una respiración, y creo que es peor, pues las costillas creo que están rotas. Dios, y yo sin saber quién diablos está haciendo todo esto. De pronto, escucho que sueltan una carcajada. De inmediato, abro mis ojos y volteo hacia dónde viene el sonido. Frunzo el ceño porque Melina tiene razón: no reconozco al hombre. Él está sentado en una silla con un arma en su mano; se ve tan relajado que la verdad me desconcierta.—Vaya, parece que te has olvidado de mí, que ni siquier
Roxy Abrazo fuerte a Lexy, la pego a mi cuerpo y beso su frente. Sabía que esto podía ser una trampa, pero no estaba seguro porque Ramiro se encontraba preso y Melina no era tan inteligente para ser peligrosa. Ella es bastante hueca y superficial. Después de permanecer así por un rato, me separo de ella y suspiro.—Te prometo que voy a estar bien. Ahora solo necesitas cuidar a esa chica que está muy lastimada y poner los ojos en Luis para que no haga tonterías.Ella me mira y voltea los ojos con fastidio.—No me gusta que hagas promesas que no sabes si vas a cumplir. Y Luis, Luis tiene que aprender a controlarse por el bien de esa niña. Sé que tienes que ir, pero de verdad me preocupo. Por favor, amor, ten cuidado.Yo le sonrío y asiento. Le dejo un pequeño beso en sus labios y salgo de la mansión. Cuando me subo a mi coche, no voy a mentir: tengo un mal presentimiento, pero no se lo podía decir a Alexis. Aunque si soy sincero, espero que todo salga bien. Cierro los ojos y suspiro. B
Melina Estoy sentada frente a él, muy nerviosa, pero él se ve tan relajado, como si lo que fuera a suceder no tuviera importancia, cuando sí la tiene, y mucho. Si Roxy descubre que su padre le quiere tender una trampa y que yo le estoy ayudando, juro que me matará. Yo lo miro molesta y lo señalo.—Tú, escúchame muy bien: si Roxy descubre lo que planeas, créeme que te querrá matar. Y, por favor, recuérdame por qué estoy haciendo esto.Él me sonríe y se pone de pie, se coloca tras de mí y empieza a acariciar mi cuello. Yo cierro los ojos; tengo que admitir que, a pesar de sus años, cuando me toma en sus brazos, me vuelve completamente loca. Pero de pronto empieza a apretar mi cuello tan fuerte que yo abro los ojos por la falta de oxígeno. Trato de tomar su mano para alejarlo, pero él no me lo permite. Se acerca a mi oído y juro por Dios que en cualquier momento perderé la conciencia. Él muerde el lóbulo de mi oído y me dice:—Te voy a recordar por qué lo estás haciendo. Lo estás hacien
Alexa Cuando vamos de camino a donde se supone que se encontraba Luis, estaba demasiado nerviosa. Sabía que algo malo le podía pasar; pasaban tantas cosas por mi cabeza. Dios mío, he estado en tantos problemas que ya me espero cualquier cosa de las personas, y más de un hombre que golpea así. Cuando Roxy se estaciona detrás de su coche, veo a Luis discutiendo con un hombre corpulento y alto que se ve sucio. Yo de inmediato me bajo del coche y camino a prisa hacia ellos. Cuando veo que el hombre levanta su mano para golpear a mi hijo, yo le grito muy enojada:—Tú le pones una mano encima a mi hijo y te juro por Dios que te corto las manos. ¡Aléjate de él!El hombre me mira con el ceño fruncido. Luis se ve muy alterado. El hombre baja su mano y me mira de arriba a abajo y muerde su labio, pero cuando llega a mi rostro, su sonrisa se borra y su sorpresa es muy grande. Y ya me imagino por qué; Roxy está tras de mí.—Si no quiere que le maltraten a su escuincle, dígale que salga de mi pro
Alexa Contenido +18Abro mis ojos y veo a un hombre dormido a mi lado; es lo más hermoso que he visto en mi vida. Acaricio su rostro y cierro los ojos.**Flashback**Apenas cerramos la puerta de la recámara y él me pega a ella. Toma mis manos y las coloca encima de mi cabeza, levanta mi barbilla y sonríe coqueto.—Han pasado unos días desde la mudanza y creo que merezco una recompensa. Me parece que no quieres recompensarme por mi arduo trabajo; creo que es lo justo.Yo suelto una risita tonta y él levanta una de mis piernas y la empieza a acariciar.—Vamos, nena, es necesario. Mira cómo me tienes; además, los chicos no están.Él pega su cuerpo al mío y puedo sentir lo duro de su miembro. Yo empiezo a negar, pero no dejo de sonreír.—Y tu madre, tu madre sí está en casa.Él empieza a repartir besos por mi cuello y yo cierro los ojos.—Mi madre duerme como una roca y créeme, no escuchará absolutamente nada.Cuando baja el tirante de mi blusa, mis senos quedan expuestos. Cuando mete un
Último capítulo