Alexa
Todo parecía tan irreal, de verdad, un sueño del que no quería despertar. Juro por Dios que era el sueño de cualquier mujer, pero esto era real y solamente mío. Cuando subimos al avión de regreso, mi sonrisa era tan grande que las personas me miraban extrañadas, pero era algo que no me importaba en esos momentos. Ya no me importaba nada, ni siquiera lo que la gente decía; eso ya había pasado al final de la lista de las cosas que me importaban. Así que traté de disfrutar todo lo que estaba sucediendo en mi vida. Sabía que, de igual manera, al aterrizar en casa, todo volvería a la normalidad; incluso los problemas regresarían, pero trataría de tomarlos más a la ligera y de ignorar aquello que me hacía daño.
Así que, cuando entramos a la mansión después de esas bellas vacaciones, la chica del servicio nos tenía una notificación, pues el padre de Ingrid había contra demandado, según él, porque mentíamos acerca de lo que había pasado. Cuando Ingrid ve la notificación, me mira con mi