Capítulo 114: El día sin luna

La noche era extrañamente silenciosa en el castillo real.

No se oían pasos, ni susurros, ni el crujir del viento contra las ventanas. Todo parecía suspendido, como si el mundo entero estuviera conteniendo el aliento.

Violeta dormía en su cama de sábanas de lino, con el rostro vuelto hacia el ventanal. La luna, redonda y clara unas horas antes, había desaparecido. La oscuridad era tan densa que parecía sólida.

Y entonces empezó a soñar.

Pero no era un sueño cualquiera.

Era el capítulo veinte.

Estaba en los jardines.

Descalza.

La hierba estaba fría, mojada. Sus pies hundiéndose en la tierra blanda. El cielo sobre su cabeza era negro como tinta. No había estrellas. No había luna. Solo niebla.

Escuchaba voces. Voces distorsionadas que no lograba reconocer.

—Villana...

—Traidora…

—Digna hija de su madre…

Y luego, un rostro. El del príncipe Leonard. Pero no el Leonard que había aprendido a mirar con otros ojos, no el hombre febril que le suplicó quedarse junto a él… sino el Leonard del prim
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