Capítulo 44

Este restaurante no es como los otros a los que Silas suele invitarla. No hay manteles de lino ni copas de cristal finísimo. Es un sitio acogedor, con mesas de madera pulida y un aroma a pan recién horneado que le despierta recuerdos. Está cerca de la universidad St. Vicente, donde venía con Andy cuando terminaban las clases. No es un local de estrellas Michelin, pero a ella siempre le encantaron sus comidas.

Nora espera tranquila. Ha pedido varios platos que conoce de memoria: las ensaladas frescas, la sopa ligera y algunas carnes que sabe preparar bien la cocina del lugar. También se atrevió a elegir opciones que piensa podrían agradarle a Silas, intentando equilibrar sabores. Mientras acomoda el menú en la mesa, respira hondo y trata de no mostrarse ansiosa.

Veinte minutos después, alguien de porte elegante se planta frente a ella. Su perfume inconfundible le llega antes de escuchar su voz.

—Lamento la tardanza. La junta se estaba alargando —dice Silas, con un tono de d