108. Sube al auto
Capítulo 108
El muelle está casi vacío.
El sonido del mar golpeando suavemente contra las rocas acompaña el ruido metálico de los cables que se mueven con el viento. Las farolas iluminan apenas los contornos oxidados de los barcos anclados, y el olor a sal y combustible se mezcla en el aire.
Porfirio Redstone espera con las manos en los bolsillos, mirando alrededor con impaciencia. Su respiración se condensa en el aire húmedo. No debería estar allí. No a esa hora. No después de todo lo que ha pasado.
Unos pasos se acercan detrás de él.
El sonido de botas sobre madera.
Porfirio se da la vuelta de golpe, tenso.
El hombre que se aproxima viste una chaqueta con capucha negra. La levanta apenas, dejando ver un destello amarillo en los dientes al sonreír. Esa sonrisa torcida y siniestra lo hace retroceder un paso.
—Tranquilo, don Porfirio —dice el desconocido con voz ronca y risita burlona—. Si sigue mirando así, va a parecer que es usted el culpable de algo.
Porfirio no sabía que el hombre