109. Un beso con devoción
Capítulo 109
La noticia llega cuando Silas revisaba unos documentos importantes y hablaba con un inversionista de Alemania después de llegar a casa, tuvo que encerrarse en su despacho. Uno de los guardias entra con el rostro tenso, interrumpe la reunión y dice lo que todos temen: Porfirio ha desaparecido. Silas no reacciona. Su expresión permanece firme, impenetrable, como si la noticia no le rozara en lo más mínimo. El silencio que se forma en la habitación pesa, pero él no dice nada. Solo asiente con la cabeza, da una orden seca para que investiguen y el hombre se retira silenciosamente.
Nadie se atreve a detenerlo. Saben que cuando Silas guarda silencio, algo se está moviendo dentro de él, algo que no todos entienden ni deberían intentar descifrar.
Camina por el pasillo largo del ala principal, con pasos seguros, las manos dentro de los bolsillos y el ceño ligeramente fruncido. Su mente podría estar en la desaparición de Porfirio, pero no lo está. Hay algo más fuerte que lo llama.