104. No creí verte acompañada
Capítulo 104
La noche de la exposición transcurre bajo un aire elegante y expectante. Los invitados van llegando poco a poco, entre copas de champaña y risas discretas. El lugar está colmado de luz tenue, con reflejos dorados que rebotan en las esculturas y cuadros cuidadosamente dispuestos. Todo ha salido según lo planeado: Silas se ha encargado de cada detalle y ahora, aunque intenta parecer relajado, no aparta la mirada de su esposa.
Nora está junto a él, con el vestido rojo que le resalta la piel como porcelana, los labios de tono coral y ese aire sereno que, sin proponérselo, atrae todas las miradas. Silas la observa sin disimulo, atento a cada movimiento. Le gusta verla entre la gente, pero más le gusta notar cómo los hombres bajan la mirada en cuanto él la toma de la cintura mirando a todos como si quisiera sacarle los ojos.
—Pareces disfrutar esto más de lo que admites —le susurra Ciro mientras se le acerca con una copa—. Deberías relajarte un poco, jefe. Todos quieren hablar