La clínica privada se llamaba "Centro Médico La Arboleda". Sonaba pacífico, casi bucólico. Un nombre que inspiraba confianza, lejos del bullicio del hospital central. Según el registro que había encontrado, la Fundación Kvarner les había transferido una suma que equivalía al presupuesto trimestral de todo mi antiguo departamento de Calidad. No era un pago por servicios médicos. Era demasiado grande, demasiado aislado. Era, como había anotado en mi informe preliminar, un "pago de contingencia". Un eufemismo para soborno, silencio o ambas cosas.
Roxana revisó mi hallazgo con esa calma impasible que empezaba a entender era su forma de mostrar aprobación. "Buen ojo, Balmaceda. Es un ángulo nuevo. Demasiado indirecto para una orden de allanamiento, pero suficiente para una investigación de patrimonio y una vigilancia discreta."
"Vigilancia", repetí, la palabra cayendo pesada en el aire entre nosotras. No era solo seguir papeles ahora.
"T-05 reportó esta mañana", continuó ella, cambiando de