El primer atentado no fue contra Isabella.
Fue contra su nombre.
Una de sus bodegas principales —la más visible, la más simbólica— ardió durante la noche. Las cámaras de seguridad fueron anuladas antes del incendio. Cuando los primeros hombres llegaron a apagar el fuego, ya era tarde. En la fachada calcinada, solo quedaban dos palabras pintadas con aerosol rojo:
“NO ES INMUNE.”
La ciudad entera despertó con ese mensaje. Las noticias hablaron de un corto circuito. Los informes oficiales minimizaron el hecho. Pero el bajo mundo sabía la verdad: La Marca Roja se había presentado en sociedad.
En la mansión, Isabella observaba las imágenes del dron sobrevolando las ruinas.
Fría.
Silenciosa.
Pero en su interior… hervía.
Dante entró con un informe en la mano. No dijo nada. Solo lo dejó sobre la mesa. Ella lo tomó, lo leyó y, por primera vez en semanas, golpeó el escritorio con fuerza.
—No puede ser que hayan pasado por tres puntos sin que nadie los viera.
—Tienen ayuda