La sala de reuniones era demasiado pequeña para tanto orgullo.
En el ambiente había emociones encontradas, orgullo,
Valeria había llegado cinco minutos antes, como siempre. Ordenó sus papeles, abrió su laptop, revisó por tercera vez este dia el informe que había preparado para la nueva propuesta de fusión. Estaba lista. para ganar esa batalla. O al menos eso creía.
Liam entró con paso firme, lucia un hermosos saco de diseñador hecho a su medida, el rostro como tallado en piedra. Saludó apenas, sin mirarla. Se sentó frente a ella, con un cuaderno y su móvil sobre la mesa. Silencio.
No el silencio profesional. El otro. El que arde.
Valeria respiró hondo.
—¿Vamos a fingir que no pasó nada? —dijo sin rodeos.
Liam alzó una ceja, sin levantar la vista.
—Estoy aquí para hablar del proyecto, no de tu vida personal.
—Claro. Porque tus silencios son diplomáticos, no juiciosos.
Entonces sí la miró. Fijo. Frío.
—¿De verdad quieres hacer esto ahora?
Valeria cerró la laptop con un cha