*—Antonella:
De alguna forma, Antonella logró dormir un poco, aunque su descanso fue ligero y lleno de pensamientos inquietantes. Cuando su madre la despertó, ya había pasado más de media hora. Se sentía pesada, como si cada extremidad le costara el doble moverse. Aun así, se obligó a salir de la cama. No podía permitirse ceder al agotamiento cuando la estabilidad de su familia pendía de un hilo.
Se levantó con lentitud y salió de su habitación, recorriendo el pasillo con la vista. Las puertas de las habitaciones de sus hermanas estaban cerradas y no se escuchaban ruidos provenientes de ellas. No le sorprendía. Ellas siempre estaban en sus propios asuntos, ajenas a la tormenta que las rodeaba. Era comprensible en cierto modo: siempre habían tenido quien resolviera sus problemas, pero tarde o temprano tendrían que asumir su parte en la crisis familiar.
Con pasos pesados bajó las escaleras, su mente repasando cada palabra que había escuchado la noche anterior, cada verdad doloros