Umbral Vigilado.

No avanzaron, ese fue el gesto más difícil.

El laboratorio estaba allí, abierto de una manera que no podía llamarse invitación pero tampoco rechazo.

Un umbral sin puerta visible, un límite que no se cerraba ni se defendía de forma explícita, como si el propio edificio supiera que cualquier intento de protección frontal sería inútil contra personas que ya habían aprendido a moverse en sistemas rotos.

Isela se mantuvo inmóvil, con el peso distribuido de forma consciente, controlando la respiración para no alterar los parámetros que sabía que estaban siendo registrados.

No necesitaba que nadie se lo confirmara: el laboratorio estaba despierto y no dormía desde hacía tiempo.

—Esto no es vigilancia pasiva —susurró Cayden, casi sin mover los labios—. Está anticipando trayectorias.

No hablaba solo de sensores visibles, hablaba de inferencias, de correlaciones entre movimientos anteriores, pausas demasiado largas, decisiones tomadas en capítulos pasados que ahora eran reanalizadas en tiempo r
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