Rastros de Viktor.
El viento levantaba polvo entre los edificios semiderruidos, arrastrando hojas secas y fragmentos de papel que se mezclaban con la suciedad acumulada durante años de abandono.
Isela caminaba con pasos cautelosos, con los sentidos alertas, observando cada sombra que se movía, cada sonido inesperado. Cayden la seguía de cerca, con las manos tensas sobre los bolsillos donde guardaba herramientas y sensores portátiles.
Damian y Livia se movían ligeramente más atrás, vigilando posibles rutas de escape y asegurándose de que ningún observador tuviera ventaja.
—Esto tiene actividad reciente —dijo Damian, señalando un terminal portátil en la esquina de la calle. Sus ojos, analíticos, revisaban las huellas de energía residual que habían dejado sistemas semiactivados—. Alguien estuvo aquí hace menos de 24 horas.
—¿Y eso significa qué exactamente? —preguntó Isela, sin apartar la vista de un edificio que parecía una antigua instalación de investigación.
—Significa que este laboratorio no está comp