Lina se encuentra en la cocina mirando por el ventanal que da al jardín con una taza de café en su mano, la cual solo le dio dos tragos y ya estaba frío. Se encuentra absorta en sus pensamientos hasta que escucha a Alex llamarla:
-¿Ángel? —Ella lo mira por encima de su hombro. Él se acerca por detrás y le envuelve la cintura con sus brazos—. ¿Qué está mal?
—Nada —responde sin querer hablar de lo sucedido para no preocuparlo, pero ya es tarde porque él la conoce y sabe que algo no anda bien.
—Mentirosa —susurra en su oído y luego lo besa—. Haz estado toda la tarde muy callada y ausente. Sé que algo pasa, solo diez centavos que es —habla en voz suave y baja, pero Lina solo niega con la cabeza—. Eres mía y soy tuyo, ¿recuerdas? Por fin, tus inquietudes son las mías —le hace saber.
—Hoy vino la policía al resto —confianza con la vista al jardín—. Rafa está muerto y piensa que yo lo hice.
—¿Quién es Rafa?
—El amigo que tenía Dany aquí.
—¿El que torturaste? —pregunta haciendo memoria.
—Sí —susurra y cierra los ojos al recordarlo.
—Pero tú no lo hiciste, no tienes de qué preocuparte.
—Lo sé, no es eso lo que me preocupa —Agacha la cabeza y es ahí donde la piel de Alex se eriza por el mal presentimiento, sabe que, si no fuera algo verdaderamente malo, ella no agacharía la cabeza, nunca lo hace.
—¿Y entonces?
Ella se toma unos segundos hasta que decide hablar de nuevo.
—Cuando la policía se fue, fui a mi oficina y Christopher se encontraba allí —Deja de hablar unos segundos y tomando aire exclama—. Sé que él mató a Rafa… —Se vuelve a callar—. Está aquí para vengar la muerte de Dany.
—Y ¿piensas que Rafa mató a Dany?
-No. Sabe que Rafa no lo mató, él solo fue una advertencia —Toma una respiración profunda—. Piensa que yo lo mate.
—Pero tú no fuiste.
—No… Pero fuiste tú —Él la hace girar y se agacha un poco alineando su mirada con la de ella.
—Piensas que puede llegar a venir por mí?
—No —Niega—. Estoy seguro que vendrá por ti.
Sin que pudiera hacer nada, una lágrima rueda por su mejilla, Alex la intercepta en el camino con su dedo pulgar.
—Tienes miedo que venga por mí —Estaba claro que no era una pregunta, era una afirmación.
—Estoy aterrada a que venga por ti —le confiesa.
—Nada malo va a pasar —le asegura y le besa la frente para luego atraparla en sus brazos, dándole un fuerte abrazo.
— ¿Qué vamos a hacer? —pregunta con un hilo de voz.
Ella en verdad estaba asustada, Alex lo sabía, sentía el cuerpo de ella tenso contra el de él. Sentía sus palpitaciones más fuertes, podía sentirla a toda ella con los ojos cerrados de lo bien que la conocía y eso le daba miedo también, porque estaba seguro que si Lina tenía miedo, era porque había que temer, lo que hacía también, que se preocupara de verdad.
—Vamos. Voy a llevarte a la cama —le susurra él al oído, esquivando la pregunta.
La toma en sus brazos y la lleva hasta la cama depositándola a allí; la cubre con las sábanas negras de pana, para luego recostarse a su lado y cubrirla con su cuerpo, sosteniéndola para que se sienta a salvo y segura, aunque él no se sienta de esa manera.
Alex no va a dormir en toda la noche pensando en cómo anteponerse a lo que Christopher pueda llegar a hacer. Tiene que volver a hacer algo que a Lina no le va a gustar para nada, pero no le va a quedar de otra, es mejor pedir perdón, que pedir permiso. En cuanto llegue a la oficina va a triplicar la custodia y dejar a hombres las 24 horas dentro y fuera del resto. Piensa en poner hombres con Aye, que hasta entren con ella a clases y obviamente custodios con los padres de Lina dentro y fuera de la casa también, le va a costar tener gente dentro de la casa porque el padre de Lina, es igual de terco que su Ángel, pero tiene que convencerlo de alguna manera y eso es lo que va hacer a primera hora, tratar de convencer al padre de su mujer, debe pedirle ayuda a Gloria, ella siempre se muestra más receptiva y compresiva, más que Lina y el padre.