Sole está situada en la cocina, sentada en un taburete, comiendo una enorme porción de torta de mousse de chocolate con un gigantesco capuchino bien cargado de más chocolate.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —curiosea Erik acercándose a ella.
Eran las dos de la madrugada y Erik se había despertado, solo en la cama, en un intento de agarrar a su mujer para estrecharla contra su cuerpo, se dio cuenta que ella no estaba allí y su lugar se encontraba frío. Por lo que se levantó en busca de su pelirroja enamoradiza, la cual la terminó encontrando engullendo en la cocina.
—Como —responde antes de meterse un buen trozo de pastel en la boca.
—Ya veo —Suelta un suspiro y le deposita un beso en la sien—. ¿Y no hay para mí?
Ella le convida un poco y él, conforme mastica, le quita el tenedor de la mano y la hace girar en el taburete para colocarse entre sus piernas quedando frente a frente. Con suavidad y sin decir nada, mueve un mecho del rojo cabello y se lo acomoda detrás de la oreja, sin desviar los ojos de los de ella.
—Eres tan hermosa —susurra para luego besar su mejilla con suavidad—. Y eres toda mía —Besa su boca con suavidad y con su lengua se abre paso para adentrarse entre los labios femeninos; recorre con ella la cavidad húmeda y caliente, saboreando el chocolate que habitaba en ella—. Mmm, sabe mejor de tu boca.
—Haces esto para que deje comer —le acusa con diversión.
—Te busqué en la cama y no te encontré; si no te puedo tener en la cama, voy a tenerte en la cocina —contesta y vuelve a hacerse de su boca.
La verdad era, que Sole tenía razón, Erik había descubierto que si la instaba a tener sexo cuando ella se dejaba manejar por la ansiedad, podía lograr controlarla.
Erik lleva una mano a la nuca de Sole y la pega más a él profundizando el beso. Sole podía sentir su erección en su feminidad provocándole una oleada de calor intenso y, un profundo gemido se escapó de su garganta cuando Erik frotó con descaro su protuberante erección en su manojo de nervios sensible.
Sin dejar de besarla, le desató la cinta de la bata, sacándosela por los hombros y dejándola caer al suelo. Bajó de su boca hasta su cuello sin separarse un centímetro de la nívea piel femenina. Sole tiró la cabeza hacia atrás para darle más acceso a su cuello.
Él besó, lamió, mordisqueó debajo de su oreja y raspó con sus dientes trazando un camino hasta su hombro, saboreando cada peca viva en la tersa piel. Con suavidad hizo a un lado la tira de su camisón y beso de nuevo su hombro hasta llegar a su clavícula, hizo el mismo procedimiento con su otro hombro y el camisón de seda cayó hasta su cintura dejando sus senos al descubierto. Un pequeño gruñido se escapó de la garganta de Erik al ver sus pechos llenos y sus pezones rosados y erectos.
La llevó hacia él, estrechándola y apretando el pecho de ella contra su torso desnudo, mientras besaba su hombro dejándolo húmedo por su saliva caliente.
—Erik —jadea Sole al sentir la respiración caliente debajo de su oreja.
—Voy a tomarte sobre esta encimera —le avisa. Con rapidez, la toma del culo levantándola y sentándola sobre la encimera, con un pie corre el taburete y vuelve a atracar su boca. Con una mano comienza a bajar desde su pecho hasta su humedad, abriéndose paso en su tanga y hurgando en su sexo—. Mmm… Como me gustas —jadea al sentirla tan húmeda.
—Erik… Por favor —gime le pelirroja sin poder aguantar que no esté dentro de ella.
—Déjame deleitarme con tu cuerpo —le pide y adentra dos dedos en su humedad haciéndola gemir y retorcerse bajo sus brazos cuando comienza a moverlos dentro.
Con su pulgar frota el clítoris provocando que su orgasmo se abalance en su interior. Sin poder controlarse mucho más tiempo, con un estallido cual volcán en erupción, su orgasmo llegó como la lava.
Con su cuerpo todavía convulsionando y una lámina de sudor recorriendo su piel, se dejó caer en la encimera. Erik comenzó a besarla desde su estómago hasta llegar a su boca, esperando a que su cuerpo se controle.
—Podría pasarme mucho tiempo con tu cuerpo pegado al mío —murmura Erik en su oído, haciendo que se estremezca.
—Eso se va a complicar cuando mi barriga crezca más —suelta Sole.
Erik se sonríe y lleva una mano a su apenas barriga sobresaliente.
—Hay más posiciones para que te tenga pegada a mí —asevera, agarrándola del culo para sentarla y tomarla como tiene ganas de hacer. Su erección esta dura y rígida y muy adolorida, por lo que la deja libre y muy cerca del sexo femenino.
—Tendríamos que empezar a practicar esas posiciones —entona Sole con una mirada provocativa.
—No tengo nada contra tu lógica —Sin previo aviso la penetró de una sola estocada arrancando gemidos de ambos.