Sole está situada en la cocina, sentada en un taburete, comiendo una enorme porción de torta de mousse de chocolate con un gigantesco capuchino bien cargado de más chocolate.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —curiosea Erik acercándose a ella.
Eran las dos de la madrugada y Erik se había despertado, solo en la cama, en un intento de agarrar a su mujer para estrecharla contra su cuerpo, se dio cuenta que ella no estaba allí y su lugar se encontraba frío. Por lo que se levantó en busca de su pelirroja enamoradiza, la cual la terminó encontrando engullendo en la cocina.
—Como —responde antes de meterse un buen trozo de pastel en la boca.
—Ya veo —Suelta un suspiro y le deposita un beso en la sien—. ¿Y no hay para mí?
Ella le convida un poco y él, conforme mastica, le quita el tenedor de la mano y la hace girar en el taburete para colocarse entre sus piernas quedando frente a frente. Con suavidad y sin decir nada, mueve un mecho del rojo cabello y se lo acomoda detrás de la oreja, sin