Alex caminaba de un lado a otro en su oficina, amenazando con dejar una fosa en ese lugar, tenía que tomar una decisión, tenía que encontrar la forma de acercarse a Lina y hacerla, u obligarla en su defecto, a escucharlo, a que le diera una oportunidad. Después de tanto pensar, buscando alguna manera de sorprenderla, se le ocurrió qué hacer. Rezando el no estar equivocado, llamó a Gaby para asegurarse, este le confirmó lo que quería saber y susspiró aliviado. Ya sabía lo que tenía que hacer, ya sabía a donde tenía que ir. No se iba a escapar de él de ninguna manera, no iba a dejar que eso pasase.
Apuró el trabajo que tenía, no dejó nada para después ya las cinco de la tarde ya estaba camino a su destino. Iba a ser definitivo, lo que podría llegar a pasar iba a ser el cambio para todo, el resultado de cómo seguiría su vida a partir de ese momento.
—Vamos, Lina. ¿Eso es todo lo que tienes? —aguijonea Gaby.
Ellos se encontraron en el cuadrilátero del gimnasio; Desde que se había separado de Alex, se la pasaba yendo todos los días por varias horas.
Ante la burla de Gaby, Lina le propinó un derechazo en la mandíbula, pero el morocho llegó a esquivarlo.
—Vamos, muñeca, puedes hacerlo mejor —se volvió a burlar provocando que la joven soltase un gruñido de enfado.
—Conmigo podría hacerlo mejor —escucha esa voz masculina, tan familiar, que siempre lograba erizarle el vello de la nuca.
Ambos pararon de luchar y miraron hacia donde venía la voz. Lina al girarse abre los ojos con asombro, pero enseguida se recupera, recordando que estaba enfadada con él, por lo que aprieta la mandíbula.
—Cualquiera podría hacerlo mejor contigo —espeta.
Alex la mira sonriendo y ladea la cabeza para observarla de arriba abajo.
— ¿Tu podrías? —la desafío.
—No voy a entrar en ese juguito tuyo, Alex. Vete, no tienes nada un hacer aquí —dijo agitando su mano mostrándole la salida.
—¿Tienes miedo? —azuza, todavía con la sonrisa en su rostro.
Ella al escucharlo suelta una sonora carcajada.
—No digas estupideces.
—¿A qué le temes, Ángel?
—Punto uno —señala mostrando el dedo índice—: no le temo a nada y menos a ti —Fue su turno para mirarlo de arriba abajo—. Punto dos —Levanta otro dedo—: no me llames ángel.
Aquello fue como un balde de agua helada para Alex, sin embargo, no iba a dejar que ella con su lengua filosa, lo hiciese girarse y marcharse sin luchar.
—Si gano me das otra oportunidad —propone, ignorando las dolorosas palabras de su mujer.
—Y si pierdes? —indaga desafiándolo al cruzarse de brazos.
—Me voy y no te molesto más, nunca más sabrás de mí —contesta y traga en seco por el ácido que le provocó en el pecho decir eso.
La chica analiza la situación por unos segundos, no sabe qué hacer y tenía que reconocer, al menos para ella misma, que ese comentario le dolió en lo profundo del corazón.
-No.
Tiene miedo de ganar y saber que Alex ya no estaría más en su vida. Se golpea mentalmente por pensar en eso, ella debería estar satisfecha si él se iba para siempre de su vida, sin embargo, no puede ocultar que el dolor de saber que ya no lo volvería a tener.
—Entiendo —Alex suelta el aire—. Tienes miedo.
—Vamos, Li, ¿vas a dejar que un gringo te trate de miedosa? —interviene Gaby, para darle una mano a Alex.
—No te metas —advierte ella, señalándolo con el dedo y apretando los dientes.
—Mira el lado bueno: si ganas ya no va a molestarte —Ese comentario hace que tanto a Alex como a Lina les diera una punzada en la boca estómago. Gaby sabía muy bien como atacar a Lina y estaba usando bien sus armas, pero no sabía que también le daba un puñetazo a Alex con comentarios como ese—. ¿No es lo que querías? —aguijonea elevando una ceja.
Ella posa sus ojos en Alex sopesando qué hacer y luego en Gaby otra vez, hace su famoso: “inhala y exhala”, hasta que decide hablar.
—Bien —Se gira hacia Alex—. Si gano desapareces.
Gaby sonríe al ver que logró su cometido y Alex también le sonríe, aunque con un poco de melancolía; deseaba poder ganarle. De chico había practicado un tiempo lucha libre con su primo, en la época donde estaban en rebeldes, pero no fue mucho tiempo y, además, sabía que Lina llevaba mucho más tiempo luchando y que era muy buena en eso.
Asiente con la cabeza de todas maneras.
—Si yo gano vuelves conmigo.
—No vas a ganar —afirma Lina acomodándose en un rincón del ring.
— ¿De verdad vas a pelear con ella? —cuestiona Ian sin poder creer lo que estaba sucediendo.
—Es la única forma para que vuelva —Sube al cuadrilátero y se acerca a la esquina donde estaba Gaby observándolos con diversión y le palmea la espalda sonriéndole satisfecho—. Gracias —murmura para que solo el morocho lo escuche.
—Más vale que ganes —Se carcajea al ver la cara de engaño de Alex—. ¿La pudiste observar bien?
Alex había llegado segundos después de que Gaby y Lina comenzaran a luchar, tenía que estudiar un poco sus movimientos, algo que había aprendido en sus tiempos de rebeldía y que solo su primo y Erik conocían.
-Si. Puedo anticiparme —segura.
Gaby oriental y baja del cuadrilátero.
—¿Cómo te llamas, chico? —le pregunta el entrenador conforme venda sus manos.
-Alex.
—Encantado. Puedes llamarme Coach —Le echa una mirada cómplice—. Bien pensado.
—¿Qué quiere decir?
—Por lo que escuché estabas con ella y quieres volver; fue una buena estrategia el desafiarla.
—Eso espero.
—Ella va a esperar que ataques primero, es como lucha: te estudia y luego te sorprende —Lo mira a los ojos—. No dejes que te sorprenda.
Alex asiente en silencio. A él no lo iba a sorprender, estuvo observando bastante y aunque todos digan que su cuerpo no habla, él se dio cuenta que no es así. Cuando ella va a tirar un golpe su pie izquierdo se levanta por la punta, apenas un movimiento perceptible, pero desde donde Alex había estado observándola, se había dado cuenta, por lo tanto, no iba a poder sorprenderlo. Iba a estar preparado e iba a ganar esa pelea para que su Ángel volviera con él. Al pensar en eso sonríe, era muy estúpido y una locura descomunal lo que estaba por hacer, pelear a los golpes con una mujer para que volviera con él, no había explicación para eso, estaba perdiendo los putos papeles por esa mujer.