Capítulo 34

Al salir del trabajo, Sofi iba decidido a hablar con Ian; su estómago era una bola de nervios, no sabía cómo comenzar a hablarle y no sabía si él estaba dispuesto a escucharla, pero de lo que sí estaba segura, era que quería ir y verlo, no iba a dejar pasar más tiempo. Sus miedos se propagan al igual que su dolor de estómago. ¿Qué le diría si le pide alguna explicación más adentrada de su vida? ¿Estaba preparada para contarle todo? ¿Quería que supiera quién era en realidad? Esas preguntas y más, iban pululando en su cabeza estresándola cada vez más; la vergüenza de contar su vivencia la tormenta a más no poder. Sin embargo, se disponía a no darle importancia, no se iba a dejar vencer por sus miedos, ni por sus nervios e inseguridades. Está segura de contarle respecto al hijo que está esperando. Es la única certeza que tiene, quizás, de esa manera, podría calmar la marea de m****a que se encontraba debajo de ellos.

En cuanto estuvo en la dirección que Gaby le había dado, se quedó parada por unos momentos revisando si no se había confundido. Imaginaba que un hombre solo como Ian vivía en un apartamento típico de hombre soltero, sin embargo, se encontró en una gran casa que ocupaba, casi, media manzana.

«¿Y si Gaby me interpretó una de sus bromas? No, no creo que sea tan desalmado. ¿Y si Ian mintió en decir dónde vivía en verdad? Sí, bueno… no sé, pero sería más lógico. Es decir, un policía no gana tanto como para poder mantener una casa de esta calidad» piensa sin dejar de observar la fachada frente a sus ojos.

—¡Mierda! —murmura al darse cuenta que bien puede ser la casa de Ian, ya que es primo de Alex y por lo que tiene entendido, toda la familia tiene una buena posición económica—. Que estúpida.

—¿Sofi? —Aquella voz interrumpe su pelea interna—. ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo? —Se preocupa al verla inmóvil en el lugar, sin siquiera girar a mirarlo.

—Eh, no… no pasa nada —dejando escapar un suspiro, se gira a confrontarlo—. Quería hablarte —le hace saber con la mirada en sus manos, las cuales no dejaba de torturar al retorcerlas.

—Creo que ya nos hemos dicho suficiente —apostilla en tono severo dejando ver su molestia.

—Ian…

—No, Sofía. Ya sé lo que tenía que saber de ti y lo peor es que no tuviste el valor para decírmelo; si hubieras sido sincera conmigo y haberme dicho que tenías una relación, las cosas hubieran sido diferentes entre nosotros. Fui un estúpido porque me creí ese papel de chica buena, ingenua y sin experiencia que me vendiste, estúpidamente lo compré y firme sin mirar la letra chica… —Ian seguía escupiendo todo su malestar, mientras que Sofi ponía de toda su débil fuerza para no llorar frente a él y mostrarse. Parpadea varias veces para no dejar caer las lágrimas que se aglomeraban ante sus ojos y traga con fuerza para pasar el nudo en la garganta que se le había formado.

«Tengo que ser fuerte. Tengo que hacer lo que dijo Tony; enfadarme y encontrar las palabras como hace Lina» se aleja mentalmente.

Toma una bocanada de aire, lo retiene unos segundos y luego lo expulsa junto a un grito.

—¡Basta! —Ante ese grito, Ian se calla abruptamente y la observa con ojos sorprendidos.

—Parece que en verdad no eres la chica buena —esboza cuando sale de su estupor.

—No, Ian. Deja de decir blasfemias e injurias sobre mí; No sabes quién soy, es verdad, pero tampoco soy lo que dices. Por eso estoy aquí, para decirte de una vez por todos los que estás equivocado, que tienes que escucharme y dejarme que te explique cómo son las cosas en realidad…

—¿Explicar qué esperas un hijo de otro? Solo vas a decirme mentiras —interrumpe, destilando veneno y rompiendo de a poco el corazón de Sofi.

—Estás divagando, nada de lo que dices es verdad…

—¿No es verdad que esperas un hijo? —cuestiona con sorna cruzando los brazos.

—No… Sí… Dios, ¿por qué es tan complicado hacer que solo escuches y no hables? —Eleva la voz con impaciencia.

—Debe ser porque no quiero escuchar más mentiras.

—¡Que no te miento! —grita—. ¡No puedo tener hijos, Ian! No estoy embarazada de nadie —Baja la voz y susurra—: Voy a adoptar.

Sin poder retener más sus lágrimas, las deja caer junto a sus fuerzas. Ya había dicho la verdad, era el turno de Ian para creerle o seguir pensando que era una mentirosa y trepadora. Solo dependía de él.

Ian solo la mira con detenimiento tratando de procesar la información que ella le había gritado en la cara; nunca se esperó que algo así pudiera alguna vez escuchar. Nunca pensé que Sofi no podía tener hijos, ni mucho menos que pensaba adoptar uno. Es decir, ella es muy joven todavía para pensar en tener hijos, si no se embaraza por accidente, era imposible que él o cualquier otro hombre pensara que era un hijo buscado, que era un hijo no biológico buscado y sin siquiera tener una pareja.

—Yo… yo no lo sabía —fue la cosa más estúpida que había dicho y era muy consciente de ello.

—Claro que no lo sabías, si ni siquiera me dejaste aclarártelo —solloza.

— Lo siento —susurra y al ver que no era suficiente, en dos zancadas se acerca a ella y con ambas manos le toma el rostro—. Lo siento.

La besa con fuerza y ​​pasión, pidiéndole disculpas y redención con ese acto. En un rápido movimiento la toma prisionera contra su propio portón, haciendo que sus cuerpos se estrellen, sin cuidado, contra este.

 

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