Capítulo 27

Alex entra en la oficina de Lina, encontrándola absorta en su portátil. Está tan concentrada que no se percató que había llegado, el rubio se toma un momento para admirarla y para tomar valor para lo que tenía que decirle. Para darle las nuevas noticias, aunque no tan buenas.

— ¿Vas a seguir ahí mucho tiempo más? —Lo descubre Lina sin levantar la vista del ordenador.

—Solo estaba observándote. Adoro como te quedan esas lentes.

La castaña lleva unas lentes de marco azul, los que usa cada vez que pasa horas frente al monitor, eran más para descansar la vista y que no le diera dolor de cabeza.

Ella levanta la vista para observarlo y le sonríe, esa sonrisa hace que él se extrema de adoración. Lo escanear de arriba abajo, dando un inventario mental de cómo estaba vestido, con su traje italiano azul, camisa negra y una corbata del mismo tono del traje que lo hacen ver más seductor y atractivo. Ama cuando viste de colores oscuros haciendo ver un chico malo importante.

—La próxima vez que vengas, me avisas y te espero solo con los lentes —le contesta sin dejar de sonreírle.

—Eso me parece muy justo —le dice devolviéndole la sonrisa. Se acerca a ella con pasos seguros, le toma la mano, la levanta con delicadeza y la pega a su cuerpo—. Vas a volverme loco. ¿Lo sabías? —susurra a centímetros de su boca.

—Es la idea —murmura con supremacía, aunque por dentro, su temblor la dejaba en evidencia.

A pesar del tiempo que llevan juntos, se sigue preguntando si algún día Alex va a dejar de tener ese efecto en ella, el cual a veces le da miedo y otras reza en silencio para que nunca acabe.

Con cuidado, Alex le quita las lentes y los apoya en el escritorio, luego le dedica una media sonrisa malévola, esa que a ella le hace erizar el vello de la nuca. Le acaricia la mejilla con su dedo índice sin dejar de mirarla, le da un beso dulce llevándose su labio inferior con él. Vuelve a mirarla y ladea la cabeza como si ajustara el oído para escuchar algo más allá de ellos.

—Escucha.

—La canción? —pregunta ella dubitativa.

—Sí —Se acerca a su oído y le susurra—. Es Joe Cocker —le hace saber—. Eres tan hermosa… —Le comienza a susurrar la canción al oído.

Lina cierra los ojos y se pierde en la canción que él le está dedicando.

Sin dejar de cantarle, le toma la cintura pegándola aún más a su cuerpo. Lina le pasa los brazos alrededor del cuello hundiendo su rostro en el hueco de este y el hombro, dejándose llevar por las sensaciones que le provoca su cercanía y la melodía que entona murmurando.

«Mierda no puede cantar tan bien» piensa, perdiendo todo el sentido común entre sus brazos.

Al terminar la canción, Alex comienza a besarle detrás de la oreja «su punto débil» y sonríe sobre la piel al notar como un escalofrío recorre su cuerpo. El chico ama lo receptiva que es a su tacto y nunca va a dejar de sorprenderse por cómo reacciona ante él y lo bien que lo hace sentir eso, y vale destacar que también le pasa lo mismo con ella, es la única que llegó a hacerlo cosas que jamás sintió; el amor, los celos, la posesión, el miedo, la ira, el desconcierto. Todos los sentimientos juntos y encontrados es lo que ella hace con él; lo vuelve loco y eso es lo que lo atrae más cada día. Él nunca lo cambiaría por nada en el mundo. Solo ella sabe cómo manejarlo y aunque no lo diga en voz alta, le gusta saber, que más de una vez está a su merced, así como ella, por más que lo niegue en rotundo, también está a su merced.

Alex le baja el cierre a la falda negra de tubo dejándola caer a sus pies, después traza con sus dedos el borde de la tanga provocándole un leve temblor, muy lento se la baja dejándola caer sobre la falda, sin dejar de besarle el cuello.

Lina le quita el saco lanzándolo a un lado de la oficina sin cuidado, le afloja la corbata para después desabrocharle la camisa dejando su torso desnudo.

Él la toma del culo para alzarla, obligándola a que con las piernas le rodeé la cintura, la lleva contra la pared, sosteniéndola con su cuerpo. Le levanta la blusa sacándosela por la cabeza y luego, bajándole el sostén, se lleva el seno izquierdo a la boca. Ella gime y arquea su cuerpo más hacia él. Muerde, succiona y juguetea con su lengua el pezón de ella haciéndole perder los papeles. Con un movimiento maestro, se desabrocha los pantalones y baja su bóxer, dejando caer todo junto al suelo y aflorando su erección sobre el sexo femenino, sintiéndola húmeda y caliente, cosa que lo hace ponerse más duro, tanto hasta hacerle doler. Sin aguantar más las ganas de estar en su interior, la penetra de una estocada provocando gemidos por parte de ambos, los cuales fueron ahogados por sus bocas al besarse con fiereza.

Clavándole las uñas en su espalda, Lina llega al orgasmo y ahoga un grito apretando los dientes en su hombro.

Alex, con una mano apretándole fuerte el muslo y con la otra en forma de puño contra la pared, llega al orgasmo segundos después, ahogando también el grito con un gruñido que sale de lo profundo de su garganta, contra el cuello femenino.

Sin dejar de besarle el cuello sale de ella y la baja con delicadeza, después la mira y se deleita con esa mirada gris, escruta su rostro viendo las secuelas del orgasmo. Sus labios rojos e hinchados, sus mejillas sonrojadas, sus ojos de un gris más oscuros con motas azules y el cuello colorado por sus besos.

—Es en esta parte cuando más hermosa te ves —Le dedica una enorme sonrisa con adoración para después besarla con pasión.

—¿Qué parte?

—Después de hacer el amor; tus ojos, tus labios, tu rostro, toman otra tonalidad —Le muerde el labio inferior y luego le hace mimos pasando su lengua—. Podría pasarme horas, días, viéndote de esta manera —murmura sobre su boca.

—Para eso tendrías que pasar horas, días, haciéndome el amor.

—Por mí no hay problema —dice, elevando los hombros con despreocupación dándoles un aspecto juvenil.

Ella se ríe con fuerza sabiendo que, si dice una sola palabra, va a acabar con su ego de macho, así que obra por tan solo reír. Una risa que lo hace sentir especial y poderoso, sabe que Lina se está riendo de él y no con él, sabe que se está llamando y reservando algún comentario feminista, pero no le importa, no importa el porqué de esa risa, lo que importa es que él la provoca y con eso le alcanza y sobra.

 

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