Su cabeza comienza a ir más rápido que la luz. ¿Cómo es que Sofi está embarazada y él se entera por un tercero? ¿Cómo es que siquiera está embarazada si él se cuidó? Al menos que no sea de él y sea del que viene a buscarla. En cuanto ese pensamiento cruzó por su mente apretó sus manos en puños haciendo que sus nudillos queden totalmente blancos.
«—Ese idiota no puede ser el padre del hijo que ella está esperando —Piensa y maldice con todo el odio que puede llegar a sentir—… espera, ¿yo quiero tener un hijo? No, no quiero tener un hijo, ni uno, ni dos, entonces, por qué m****a estoy haciendo un problema si el hijo es de otro, que idiota que soy… ¿Y si es mío y ella me lo oculta, y deja que otro se haga cargo de él, de mi hijo? No, eso no va a pasar si ella está esperando un hijo mío, va a ser mío no de otro imbécil y si no es mío y es de ese imbécil, ella me estuvo engañando, aunque no seamos nada, ella me hizo pensar que solo yo estaba en su cama, no otro y si ese otro es su novio, lo engañó conmigo. ¿De quién carajo es el hijo que está esperando?»
Ian sigue cavilando sin escuchar lo que la anciana le habla ni mucho menos sin darse cuenta por enterado de que ya habían llegado al piso que debían bajar.
—Ya hemos llegado —anuncia la anciana, pero él no la escucha—. Chico, ya estamos en el piso de Sofi —habla de nuevo, elevando la voz para traer a Ian de nuevo a la realidad.
Ian pestaña hacia ella al escuchar el nombre de Sofi, mira a su alrededor.
—Sí, sí… Estaba distraído —balbucea tratando de recuperarse de la noticia que acababan de lanzarle.
—Está bien, no te preocupes.
—Un gusto conocerla, señora —Se despide Ian en cuanto bajan del ascensor.
—El gusto fue mío, muchacho. Mándale saludos a Sofi de mi parte —Con una sonrisa se da la vuelta y camina en dirección contraria a la de Ian.
Él se queda mirándola hasta que desaparece por una puerta, en realidad queda parado ahí por varios minutos más; ya no sabía cómo abordar a Sofi, ya no sabía qué preguntarle primero; esa mujer era todo un misterio para él y también tenía miedo de saber la verdad. Tomando una profunda bocanada de aire se giró y fue sin vacilar a la puerta de aquella mujer. Golpea un par de veces hasta que la puerta se abre y aparece una Sofi con una camiseta corta, tan corta que dejaba su estómago al descubierto, además, se notaba que era vieja; unos jeans también cortos, demasiados cortos, que dejaban admirar sus piernas largas y bronceadas. La mira con detenimiento unos segundos y nota que tiene pintura azul tanto en la ropa como en su cara, entonces observa su mano y se da cuenta que lleva una brocha en ella.
—Ian —Rompe el silencio y el escrutinio del rubio.
—Tenemos que hablar —esboza él y entra al apartamento rodeándola sin pedir permiso.
—¿Qué ocurre?
—Eso es lo que yo te pregunto —exclama mal humorado. Al ver que ella lo mira sin entender nada en absoluto, decide comenzar con sus inquietudes—. Así que, ¿estás esperando a un hijo? —suelta sin más—. ¿Cuándo pensabas decírmelo? Digo, porque tengo derecho a saberlo, ¿no? Al menos que no sea mío y eso también tengo derecho a saberlo ya que nos acostamos unas cuantas veces y, además, me dijiste que te cuidabas o eso fue lo que yo pensé… no importa, de todos modos, merezco que seas sincera conmigo y me digas si ese hijo es mío…
Ian sigue divagando y diciendo un montón de saetas, mientras Sofi lo mira sin expresión alguna, sin estar muy segura de lo que habla mucho, pero entendiendo que él ya sabía sobre ese hijo tan esperado y no era posible que lo supiera si ella no se lo había dicho y eran muy pocas las personas que lo sabían. De alguna manera Ian se enteró y era hora de hablar y decir lo que en verdad pasaba.
—Ian.
—Si no es por tu vecina, yo no me entero de nada y no es justo, porque a pesar de todo, yo no te he ocultado nada, ni mucho menos algo tan importante como lo es un hijo…
Ian parece no escucharla, estaba completamente metido en su relación y no le prestaba atención.
—¡Ian! —grita, logrando cortar con su monologo y obteniendo su atención. Él cerró la boca de manera automática y ella suspiró—. Ian, no estoy esperando a un hijo tuyo.
-¿No? —pregunta un poco aliviado y un poco confundido—. Pero estás esperando a un hijo, ¿verdad? —Ella vacila, entonces el rubio vuelve a hablar—. ¿Estás pintando una habitación para él? —Señala la brocha y su atuendo manchando con pintura.
-Si.
—Entonces estás esperando un niño y no es mío —Claramente no era una pregunta, más bien una afirmación y su voz no era del todo amigable.
-No.
—Entiendo —Se acerca a ella y la mira con rabia y casi podría decirse que con odio—. Podría haberlo esperado de cualquier otra persona, pero no de ti; es del idiota del auto importado, ¿verdad? —Ian respira erráticamente y Sofi está con sus ojos empañados por las lágrimas a punto de caer—. Ni se te ocurrirá llorar, no voy a caer en ese jueguito tuyo de la mujer buena e inocente.
—Ian, estás equivocado; yo… —No la deja hablar.
—Lina no sabe quién eres, ella se equivocó contigo —Se calla por unos segundos para poder espirar—… Y yo tampoco —concluye para luego caminar con paso firme y fuerte hasta la puerta.
—Ian, espera —Él ni la mira y cruza la puerta cerrándola tras sí y con más fuerza de la debida.
La joven, al ver que él no la escuchó y ni siquiera le dio una oportunidad de explicarle lo que realmente pasaba, se desploma de rodillas al suelo a largar esas lágrimas que estaba reteniendo para que no cayeran delante de Ian, ya que le ordenó no llorar. Se contuvo lo más que pudo para no hacerlo y gracias a la fuerza que no sabía que poseía, lo había conseguido, pero ya no contaba con las fuerzas suficientes como para detenerlas. Su cuerpo convulsiona por el sollozo, sus hombros se mueven con frenesí. Apoya su trasero en el suelo y agarrándose las rodillas las lleva hasta su cuerpo envolviéndolas con sus brazos y ocultando el rostro en ellas.