Capítulo 23

Al llegar al hospital, tuvieron que esperar una media hora antes de que un médico pudiera atenderlos, Sole estaba recostada con la cabeza en las piernas de Erik cuando enunciaron su nombre. El joven se levantó llevándola con él hacia la puerta que le ordenaron pasar para que el doctor la revisara.

Luego de hacerles análisis de sangre, orina y varios exámenes más, los cuales descartaron que fuese una intoxicación como pensaron al principio, la hicieron esperar unos veinte minutos más para que le dieran los resultados y le dijera exactamente qué era lo que ella tenía.

—Era hora —masculla la pelirroja con un mal genio que era raro en ella. El doctor los hace pasar a su consultorio con una misteriosa sonrisa, ellos hacen lo debido y se sientan, de nuevo, en las sillas frente a un escritorio—. ¿Qué tengo, doctor? —pregunta, perdiendo los estribos por la cara de feliz cumpleaños que tenía el imbécil del doctor, mientras ella se sentía cada vez peor.

—Nada malo —le asegura y le tiende un papel que terminaron siendo los resultados de los análisis.

Sole los agarra y los lee, pero estaba todo en términos científicos y no entendía ni jota, para ella era mandarín lo que se exponía en esos papeles.

—No entiendo lo que dice.

—Felicidades —expresa el médico, otra vez mostrando esa sonrisa que a Sole la estaba tentando en marcar con un bisturí.

—Puede ser más específico, doctor —habla Erik que también estaba perdiendo la paciencia.

El doctor asiente con la cabeza y posa sus ojos en Sole.

—Está embarazada, señora Dunckan —suelta sin más, dejando a la aludida ya su esposo completamente atónitos.

—¿Qué? —susurra, cayéndole una lágrima por la mejilla.

—Está embarazada de unas tres semanas aproximadamente. Cuando hagamos una ecografía, sabremos bien el tiempo…—Los mira alternando sus ojos en uno y luego en otro—. Van a ser padres.

—Embarazada —murmuraron al unísono los recién casados.

~~~

Buenos Aires…

Ian dejó pasar unos días antes de hablar con Sofi; Necesitaba calmar su ánimo para así no atacarla y acabar asustándola, tenía que ser paciente como le había dicho Lina, sabía que le iba a costar, pero debía poner todo de sí, y así, hacer que Sofi confie en él.

Ese día sale temprano del trabajo para pasar a buscar a Sofi, ver si por esa vez podía salir antes y así poder calmar sus inquietudes de una vez por todas.

Al entrar al resto se da cuenta de que Sofi no se encontraba detrás del mostrador, en su lugar estaba Tamara.

—¿Y Sofi?

—Ella no vino hoy —le responde Támara.

— ¿Lina se encuentra? —indaga mostrando su mal humor.

-Si; está en su oficina —se escucha la voz de Tony que sale de la cocina.

—Gracias, Tony.

—¿Estás bien, Poseidón?

—Sí, solo... Voy a hablar con Lina —concluye soltando un suspiro.

—Adelante.

Él asiente y camina en dirección a la oficina, antes de llamar respira un par de veces para calmar su malestar. Luego llama a la puerta con tres toques.

—Adelante —grita Lina.

Ian entra y la encuentra a Lina tapada de papeles y con el ceño fruncido.

—¿Qué haces?

—Ah… Hola. Nada son planes de viajes y como hoy llega Sole, tengo que terminar con la decoración que me pidió Erik; una sorpresa para su esposa —Toma aire y se sienta en el poco espacio que le queda sobre su silla.

—Estás feliz porque vuelve, ¿verdad?

—Sí —Muestra una gran sonrisa—. Muy feliz; la extraña horrores —exclama—. Pero no estás aquí por ellos, ¿no?

-No; en realidad venía a buscar a Sofi, pero me acaban de decir que no se encuentra —mientras él le comenta, ella niega con la cabeza.

—No —segura—. Ella se tomó el día, me lo pidió ayer.

—Y no me vas a decir para qué, ¿verdad? —tantea el terreno.

—No lo sé y no, si lo supiera no te lo diría, ya sabes —responde con despreocupación.

—¿Estará en la casa?

—Ni idea. ¿Por qué no las llamas y las preguntas?

-No. Me voy directamente a su casa, quiero hablar con ella.

—Bien, como quieras —Se eleva de hombros sin darle importancia.

—Te dejo seguir con —gesticula—… Tus papeles —se burla.

—Que generoso —se mofa.

Con los engranajes de su cabeza trabajándole a mil por hora, las manos sudadas, su corazón amenazando con salir de su caja torácica y su estómago girándose sobre el lugar, llega al edificio de Sofi. Con la suerte de su lado, logra entrar al edificio detrás de una anciana, evitando así tener que tocar el timbre. La sigue hasta el ascensor y sube tras ella como si fuese un inquilino.

— ¿A qué piso vas? —pregunta la señora.

—Séptimo.

—Igual que yo —Le dedica una sonrisa e Ian se la devuelve—. Nunca te he visto antes, ¿eres nuevo?

—Mmm... En realidad, no, vengo de visita.

—¿A quién visitas?

—A Sofía Stagnaro.

—Ah, ¿eres un amigo de ella?

«Parece que la anciana tiene la lista de las veinte preguntas» piensa.

—Sí, soy un amigo de ella, ¿la conoce?

—Sí—responde la mujer sonriéndole—. Es una linda chica y una muy buena persona —Baja la mirada—. Aunque no viene mucha gente a visitarla, solo ese chico gay… ¿Cómo es que se llama? —pregunta para sí misma tratando de hacer memoria.

—Tony —suelta Ian.

—Sí, así es… Tony, un gran chico —expresa—. También hay un hombre que viene, es muy serio, parece militar o algo así, pero es muy educado —Al nombrar a ese otro hombre, Ian tensa la mandíbula y destila un glosario de inadecuados para su adentro.

—Sí, el que viene con el auto importado —escupe cada las palabras.

—Sí, él —confirma—. Bueno, pero ahora ella está muy contenta, al fin va a hacer si sueño realidad —Suspira— esa niña se lo merece —entona con dulzura.

—¿Qué sueño? —curiosa el rubio desorientado.

—El del hijo —suelta la anciana con total seguridad.

—¿Qué? —Ian se atraganta con su propia saliva y tuvo que hacer un esfuerzo enorme para poder mantener la compostura.

—Del hijo que ya viene en camino —Ella lo mira sorprendida—. ¿No lo sabía? —Sin esperar que Ian responda, ella lo hace por él—. Bueno, seguro que todavía no te dijo porque se enteró hace unos días, es lo que ella siempre ha deseado y sé que va a ser una gran madre —dice con un brillo especial en sus ojos.

—Seguro —atina a decir, todavía confundido.

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