Al llegar al hospital, tuvieron que esperar una media hora antes de que un médico pudiera atenderlos, Sole estaba recostada con la cabeza en las piernas de Erik cuando enunciaron su nombre. El joven se levantó llevándola con él hacia la puerta que le ordenaron pasar para que el doctor la revisara.
Luego de hacerles análisis de sangre, orina y varios exámenes más, los cuales descartaron que fuese una intoxicación como pensaron al principio, la hicieron esperar unos veinte minutos más para que le dieran los resultados y le dijera exactamente qué era lo que ella tenía.
—Era hora —masculla la pelirroja con un mal genio que era raro en ella. El doctor los hace pasar a su consultorio con una misteriosa sonrisa, ellos hacen lo debido y se sientan, de nuevo, en las sillas frente a un escritorio—. ¿Qué tengo, doctor? —pregunta, perdiendo los estribos por la cara de feliz cumpleaños que tenía el imbécil del doctor, mientras ella se sentía cada vez peor.
—Nada malo —le asegura y le tiende un pap