Capítulo 15

Después de la cena, Lina lleva a la cama a Aye; Estaba ansiosa por la sorpresa que le tenía a Alex, ala tarde lo había tratado con indiferencia, había puesto todo su empeño para ni siquiera tocarlo demasiado, Alex sintió que Lina no estaba bien, pensó que era por lo de Christopher, no tenía ni idea de lo que pasaba en verdad.

Luego que Aye se durmiera, camina hasta su habitación encontrándose a Alex desnudo sobre la cama. Él la mira en cuanto la escuchó entrar y se sonríe al ver que quedó estático en el quicio de la puerta. Lina no podía quitarle el ojo de encima, el muy desgraciado la estaba buscando, como Lina lo ignoró toda la tarde, llegó el momento de usar la debilidad de ella «su cuerpo» para traerla a él. Estaba funcionando, ella empezó a caminar en su dirección sin quitar los ojos de los suyos, como si él la hipnotizara, mientras Alex sonreía por sentirse victorioso. Sin embargo, en un tirón de oreja, le recobró la conciencia, ella recordó por qué no debía acercarse a él todavía, así que giró inesperadamente hacia la izquierda y entró al baño cerrando la puerta con el pestillo para no dejarlo entrar.

—¡¿En serio?! —escucha gritar con incredibilidad a Alex. Ella lo ignora y se prepara la bañera para darse cuenta de una ducha antes de acercarse de nuevo a él. El pomo de la puerta se mueve, pero no pudo abrirse ya que estaba trabada—. Lina, deja las estupideces y dime qué carajo te pasa —apostilla del otro lado de la puerta, perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

—Me estoy duchando, Alex, ya salgo —le grita, sonriendo por la exasperación que lanzó su hombre.

Quince minutos después, sale del baño envuelto en una toalla púrpura como si nada hubiera pasado y Alex la mira con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa, Lina?

—Nada —responde en tono neutral.

—¿Cómo que nada? —Alex eleva la voz y se sienta en la cama, ella lo observa notando que ya se había puesto un bóxer—. No me has dirigido más de dos palabras en toda la tarde, solo monosílabos. Algo pasa, así que habla, no me hagas perder la paciencia.

—Ya te dije que nada —responde acercándose a la cama, todavía solo con la toalla.

—Ángel —suplica.

—Alex —se burla.

—Basta —demanda y se levanta de un salto sin darle lugar a reaccionar—. No más excusas —La toma de la cintura y la lleva a la cama, se posa encima de ella atrapándola con su cuerpo, extiende una de sus manos y la esposa contra la cabecera de la cama.

—Alex, ¿qué haces? —Ya no le hacía mucha gracia el enfado de Alex.

Él la ignora y esposa su otra mano al otro lado de la cabecera, dejándola con los brazos abiertos. Sabe que a ella no le gusta estar atada y la única manera de que hable es atándola, aunque después tenga que aguantar el torbellino que se venga cuando la desate.

—Vas a hablar —socarrona.

—Alex, suéltame.

—Jamás —le susurra al oído y luego le muerde el lóbulo, ella se arquea y él sonríe por cómo reacciona su cuerpo cada vez que la toca.

Su cuerpo todavía la traiciona ya él lo pone a mil que eso le pase.

—Alex, no seas cabezotas —jadea ya que él sigue besándole el cuello y bajando por su cuerpo.

—Es lo que me provoca —murmura, acercándose al nudo de la toalla para desatárselo y luego abrírsela. Una vez hecho, la tiene desnuda, a su merced, atada y vulnerable—. Te voy a volver loca hasta que hables, Ángel —le advierte.

Lina no se preocupa, sabe a qué se refiere, no va a dejarla llegar, pero ya se va a enterar qué es lo que pasa cuando deje de comportarse como un imbécil, aunque ese imbécil la esté excitando.

—No va hacer falta —jadea en cuanto le toma un pecho y al mismo tiempo le mete dos dedos en su interior ahogando sus palabras por el placer—. ¡Ey! —grita cuando le muerde el pezón.

—No te hagas la lista conmigo —vuelve a advertir, adentrando más sus dedos y moviéndolos en forma circular.

Sigue bajando con sus labios y lengua, deteniéndose en lugares estratégicos, en lugares que sabe que a ella la vuelven loca y eso es lo que está forjando; Ella no para de Gemir y contonearse. La está haciendo estallar con sus besos y sus dedos que siguen jugando en su interior.

En cuanto se da cuenta que está por llegar le vuelve a morder el pezón interrumpiendo el orgasmo.

-¡Alex!

—Cuando estés lista para hablar, vas a estar lista para correrte —le avisa con arrogancia.

Retoma los besos sobre el cuerpo femenino dejando un reguero de besos a medida que se dirige al sur.

En un momento Lina no siente más el calor de Alex sobre su cuerpo y abre los ojos.

—Ángel —murmura sorprendida y ella sonríe porque ya encontró su sorpresa. Le acaricia el lugar con la yema de sus dedos haciendo que la piel se le erice—. ¿De verdad lo hiciste?

—Te dije que no haría falta que hablara —le dice con sorna.

Lina se hizo un tatuaje en el vientre venerándolo a él, igual que hizo Alex venerándola a ella, solo que este tatuaje decía algo diferente.

Propiedad de "ojitos de hotel".

—Ojitos de hotel? —Se carcajea Alex al recordar la primera vez que se lo dijo sin darse cuenta por estar enfadada.

—Me gustan tus ojos y cuando me miras con esos ojitos que prometen una noche larga e intensa —manifiesta con sinceridad.

Él se acerca y le da un beso intenso, demostrándole todo el amor que siente por ella.

—Te amo.

—Ahora puedes desatarme así te degüello a gusto —le pide.

—Ni loco —le contesta riendo y la vuelve a besar como si todo lo demás no existiera—. ¿Por qué las estrellas? —quiere saber, ya que como la flecha de Alex era hecha con diminutos corazones, la flecha de ella estaba hecha con diminutas estrellas.

—Bueno, recordé lo del bicho ese cuando fuimos al Perito Moreno—. Alex frunce el ceño, no le gusta que Lina pueda así de su gran juguete—. No me mires así, pero como casi nos estrellamos, me pareció lo más sensato hacerlo con estrellas —Alex no sabía si reír o enfadarse.

—No nos íbamos a estrellar.

—Le dejo el beneficio de la duda —azuza.

—No voy a soltarte, lo sabes, ¿verdad? —Está disfrutando mucho el tener a Lina así y para ser sincero, le encanta cuando está a su merced.

—Más vale que me sueltes —le advierte. Él sólo se sonríe y empieza a acariciarle el cuello con suavidad, rozándole con la nariz y bajando con lentitud, esta vez no se detuvo en sus pechos, siguió por sus costillas, mordiéndole cada una de ellas con cuidado, al llegar al lugar del tatuaje lo llenó de besos cortos, Lina tenía la piel extremadamente caliente y ya no se aguantaba el estar atada, movía sus caderas y manos para poder zafar del agarre, sin embargo, era imposible—. Alex, suéltame —le pide jadeando.

—Cuando termina —dicho eso baja a su intimidad y la atraca a su gusto, robándole gemidos contenidos.

Alex gruñe al morder con suavidad su botón y sentir su temblor; esa reacción que siempre tiene cuando él le hace eso, lo excita en demasía y nunca va a poder acostumbrarse; lo vuelven loco los ruidos que ella emite, lo pone demente cuando su cuerpo se mueve o tiembla bajo su tacto; ella es de él, es toda suya y eso le llena el pecho de orgullo.

Alex siguió lamiendo, mordiendo, dándole todo el placer a ella requería, encargándose que Lina «su Ángel», llegue a la cima gracias a su trabajo oral. Cuando la sintió contraerse, tomó su clítoris con la boca y lo succionó bebiendo todo el jugo, mientras gritaba desesperada por la intensidad y frustrada por no poder moverse y no poder tocarlo. Alex no le soltó el venerado botón hasta que ella se tranquilizó.

Luego sube a ella y la besa dándole de probar de su jugo.

—Pensé que algo estaba mal —le murmura acariciándole el pelo y poniéndoselo detrás de la oreja con dulzura.

—Nada está mal —susurra con apenas aliento.

Alex sonríe y la vuelve a besar como sabe que a ella le gusta, con pasión y fuerza, con posesión y veneración.

Sin aguantarse más, la penetra y gruñe en su boca al sentirla tan mojada y caliente. Con cuidado, al tiempo que mueve sus caderas, le suelta las manos, Lina al momento que las sintió libres, las enredó en el cuello de su hombre y lo llevó más hacia sí profundizando el beso y las embestidas.

En un movimiento rápido, ella gira y queda sobre él, lo mira desde arriba sonriendo y empieza a moverse a su gusto; de adelante hacia atrás, en forma circular y contrayendo sus músculos internos provocando que Alex clave sus dedos en las caderas de la joven y le regale ese sonido ronco que nace desde el interior de su garganta, ese que tanto ama.

—Si sigues así, no voy a durar mucho —jadea Alex.

—No me importa.

Cuando Alex siente que ya no aguanta más, mete su mano entre ellos y con su pulgar acaricia su clítoris presionándolo y girándolo. Lina tira los brazos hacia atrás, agarrándose de las rodillas de él y comienza a moverse más rápido y más profundo. En segundos llegaron al clímax al unísono, como a ellos les gustaba, juntos.

Ella se recuesta con medio cuerpo encima de él, mientras que Alex le acaricia el brazo. Luego de unos minutos, cuando ambos recuperaron el control de sus cuerpos, se dieron una ducha, retomando donde lo habían dejado, para después dormir acurrucados.

 

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