—¿Qué ocurre? —curiosoa la joven al ver a la niña matar con un rostro que prometía a alguien. Posa su mirada en Mateo y él solo la miraba con el ceño fruncido y una media sonrisa provocadora—. ¿Chicos?
—Nada —habla el niño—; La pequeña me estaba diciéndome que después de cenar me mostraría su colección de música.
Alex sonríe, conociendo bien a su niña, esa cara no mostró nada bueno.
—Mateo, te recomiendo no meterte con las chicas Rinaldi´s —esboza conforme pasa por detrás de él para ir a su lugar en la mesa—. Aye, vas a lastimarte los dientes —Le sonríe cuando la niña lo mira a los ojos, que todavía tenía los dientes apretados—. Deja de apretarlos —le susurra.
—Mejores comas —habla Lina—. Y, sí, me parece una muy buena idea que le muestres tu música a Mateo, a él le gusta mucho.
Alex le clava la miraba, pero Lina solo se sonríe y lo ignora. Ella está satisfecha con su maldad.
—Mejor comamos —dice Alex mientras suelta un suspiro.
Luego de cenar, Lina i***a a Aye para que lo lleve a Mateo a ver su colección de música.
—¿Por qué hiciste eso? —le reclama Alex a su mujer.
—A Mateo le gusta la música, hoy me contó que estaba formando una banda de rock con unos compañeros de la escuela, a Aye también le gusta la música; tienen más en común de lo que parece, pero ambos son muy testarudos.
—Se llevan mal, Ángel.
—Solo se gustan y todavía no lo saben.
— ¿Estás entregando a tu hija a un niño que apenas conoces? —pregunta Alex mostrando su sorpresa.
—No seas ridículo. Solo es que… tienen que aprender a estar juntos, son familia.
—No son familia real —advierte Alex—. No voy a dejar que Aye tengo noviecito siendo una niña.
—Eso no va a pasar, solo quiero que se lleven bien. Punto.
—Por tu bien espero que solo sea eso y que no pase más nada entre ellos dos.
—¿Me está amenazando, señor Betanckurt?
—Te estoy advirtiendo, Lina —Alex la mira a los ojos con seriedad y Lina sabe que está hablando en serio, no estaba para hacer bromas al respecto—. No quiero pensar en eso de novios todavía, por favor.
—No te preocupes, eso no va a pasar.
Lina abraza a su hombre tratando de dejar esa conversación atrás.
Mientras tanto, en la habitación de Aye, la niña le muestra la música que a ella le gusta, en su mayoría eran cantantes españoles, aunque Mateo prefiere el rock, admite que no está mal, después de escuchar a Melendi sonríe, le causaba un poco de gracia como el cantante relataba una historia con cada canción. El chico se acerca al reproductor y nota que estaba conectado al iPod.
— ¿Qué estabas escuchando? —le pregunta.
Aye se queda un segundo pensando, no recordaba lo que estaba reproduciendo antes de bajar cuando él había llegado junto a Lina.
—No recuerdo, pero me fijo.
—No —se apresura a decir el niño—. Te dedico la canción que se escucha.
Aye se queda confundida, pero asiente con la cabeza en silencio. Mateo le da play al reproductor. Una canción de Melendi envuelve el ambiente dentro de esa habitación.
Tú haces dudar al que acierta y al que se equivoca
Eres la chica perfecta, ¿qué más te puedo decir?
Eres la chica perfecta para mí, para mí.
Y vamos a olvidarnos de los miedos
Y vamos a olvidarnos de las dudas.
Yo voy tocando el cielo con los dedos
Mientras que poco a poco te desnudas
Hay delante de mí, oh no
Hay delante de mí
A veces eres dulce, otras veces salada.
Pisas iguales de fuerte con tacones que descalza
Cuando te vuelves loca, tan sexy, descarada
Pareces una it girl de esas que sale en las portadas.
Mateo carraspea con la garganta, lejos estaba de pensar que una canción sonara, por dentro pensaba que Alex no está muy consciente de la letra de las canciones que escucha su hija, él no podía ser un hipócrita, ya que sus canciones no eran muy diferentes, pero, por alguna razón, le molestaba esas letras tan intencionadas.
—Será mejor que… voy dormir —balbucea conforme se direcciona hacia la salida—; mañana tenemos escuela.
—Claro —musita Aye.
El niño llega a la puerta, pero se gira antes de cruzarla.
—No está mal la música que escuchas, Peque.
Mateo sale por completo de su habitación, no queriendo darle lugar a que se moleste y le diga algo por llamarla “Peque”, no obstante, Aye no iba a retrucarle nada; en esa oportunidad, no le había molestado que la llamase así.