Michael Reid es un hombre misterio. Le dicen "el camaleón", hijo único una las familias más poderosas de la mafia, llega a California donde, por razones que nadie conoce, termina trabajando como asistente personal de Natalie Dupont, una CEO tan seductora como severa y que oculta un secreto oscuro. Cuando Michael descubre una red de secretos y mentiras, se ve envuelto en un juego peligroso de engaños y traiciones. A medida que la verdad sale a la luz, Michael y Natalie se ven obligados a enfrentar las consecuencias de sus acciones mientras luchan por no caer en las redes del amor en un mundo donde nadie es quien parece ser. —Puedo ayudarte a resolver tu problema —le dice él con una sonrisa fanfarrona en los labios. —¿Qué? ¿Tú? ¿Quién crees que eres? —responde ella con soberbia. —Ya lo oíste, yo puedo hacer que todo desaparezca, pero con una sola condición: que te cases conmigo.
Ler maisMichael
Cuando Natalie Dupont hace resonar sus tacones por los pasillos de Synergetech Solutions, no queda una sola alma que no se haga a un lado o entierre sus cabezas en los escritorios con la esperanza de que ella no los note.
Nadie, excepto por mí.
La mujer, con su cuerpo de reloj de arena, un perfecto cabello negro y un rostro tan bello como el de una modelo, entra en el piso de presidencia con la típica imponencia que emana su cargo, y es que ella no es otra que la CEO de la empresa. Hija de su fallecido padre Richard Dupont y quien le dejó todo a su cargo.
Y es que tal vez a otros les intimide ver a semejante monumento entrar siendo la dueña del lugar; porque lo es, pero a mí no. Desde la primera vez que la vi supe que tenía que estar a su lado, aunque solo fuese; por ahora, como un simple asistente.
Natalie pasa por mi lado y ni siquiera me nota, le miro embobado, admirando esas curvas que quisiera tener entre mis manos, hasta que ella se gira de medio lado y se baja los lentes oscuros solo hasta la mitad del puente de su nariz.
—¿Te vas a quedar ahí? Vamos, hay cosas que hacer.
Escucho a mis colegas reírse con disimulo de la forma en la que ella me trata.
—Corre babyface, si no la demonia te va a comer de desayuno —me susurra Karen, una de las secretarias.
No le contesto, solamente sigo a Natalie por el pasillo hasta su oficina. Abre la puerta y la deja devolverse, quizá con la esperanza de que me golpee en la cara. La detengo en medio del trayecto a cerrarse y por pocos milímetros a que me golpee la cara.
A penas tengo un mes y medio trabajando para ella y he de decir que me he divertido como hace mucho no lo hacía.
—Michel, necesito que le lleves estos documentos a Harry, también quiero que vayas al banco para depositar este cheque y ábreme un espacio en la agenda para reunirme con los inversores que vienen de Japón.
Ella ni siquiera levanta la cabeza para mirarme.
—Michael —contesto. Solo ahí me presta algo de atención.
—¿Ah?
—Mi nombre es Michael, no Michel.
—Ah, sí, bueno, como sea. Date prisa, por favor, esto es importante —contesta con indiferencia.
Me siento desconcertado por la actitud indiferente de Natalie. ¿Cómo puede ignorar mi presencia de esta manera? Hay algo en ella que despierta mi curiosidad. Decido seguirle la corriente y cumplir con las tareas asignadas, pero al mismo tiempo, quiero entender qué la hace diferente a las demás mujeres que he conocido.
Mientras preparo los documentos para llevar a Harry, reflexiono sobre la situación. ¿Por qué no le afecta mi encanto? ¿Está cansada de hombres como yo, que esperan que caiga rendida a sus pies con solo una sonrisa? Sé que con ella nunca podría intentar una conquista de manera directa, pero siempre puedo ganarme aunque sea su atención de una manera diferente.
Cuando regreso con los documentos firmados, me acerco a ella con determinación.
—Aquí están los documentos, ¿hay algo más en lo que pueda ayudarte? —pregunto, buscando establecer una conversación más profunda. Ella levanta la mirada y me mira directamente a los ojos, como si estuviera evaluando mis intenciones.
—Gracias, Michael. Por ahora, eso es todo —responde con una leve sonrisa. Tal vez, esta mujer es diferente a todas las demás, y eso me intriga aún más.
Salgo de la oficina y desciendo a la planta baja para tomarme un café. Ni bien me asomo del ascensor los dos idiotas que dicen ser mis amigos ya me estaban esperando con una risita burlona en sus rostros.
—No te mató está vez, ¿eh? No sé cómo la aguantas, es insoportable.
—Cállate Walter, no deberías hablar así de tu jefa —contesto con severidad.
Rick enseguida suelta una carcajada.
—No te metas con la demonia, es cierto. Si te escucha estarás de patitas en la calle.
Hago el amago de ignorarlos, la verdad es que la única razón por la que los tolero es simplemente por trabajar en el mismo lugar.
Miro hacia la entrada del edificio y de pronto diviso la silueta de una mujer embarazada con la mirada perdida y sujetando con fuerza un pequeño bolso como si su vida dependiera de ello. No me hubiera llamado tanto la atención de no ser por su aspecto sucio y andrajoso. La curiosidad hace más ruido en mí cuando veo que el guardia de la entrada detenerla impidiéndole seguir su camino.
Dejo a los dos idiotas hablando solos y me acerco con cautela, solo para saber de qué se trata. Si algo he aprendido en mi pasado es a leer a las personas. Estoy seguro de que esa mujer no está aquí por mera casualidad.
—Por favor, solo necesito hablar con ella un momento —suplica con una voz temblorosa y cortada.
—Sin cita no la puedo dejar pasar —contesta el guardia.
—Dígale que Indira está aquí, ella sabrá quién soy y me dejará pasar.
Automáticamente el guardia suelta una carcajada.
—Señora, no me haga sacarla por la fuerza, por favor. No puede pasar a la empresa. Ahora, retírese.
—Si no me deja hablar con Natalie Dupont ahora mismo voy a hacer un escándalo…
Escuchar la mención de su nombre es mi señal para intervenir. Esto parece mucho más interesante de lo que creí en un principio.
—¿Qué pasa aquí, Patrick?
—Esta mujer dice que quiere hablar con la CEO, pero no tiene cita, además… mírala —susurra eso último con un tono despectivo que me molesta.
—Déjala pasar, yo me encargo.
—Pero…
—Yo me encargo —repito con un tono que no suelo usar en este lugar. Él se queda paralizado y sin poner ninguna resistencia se hace a un lado.
—Venga conmigo, señora —añado.
Con disimulo le conduzco hasta el ascensor del servicio. Nadie parece notarlo y es un alivio, porque algo me dice que a Natalie no le gustaría que lo supiesen.
—Espéreme aquí —le digo a la mujer.
—Muchas gracias, de verdad.
No le contesto, avanzo el camino por el pasillo a toda prisa y entro a la oficina de Natalie, quien levanta la cabeza y me frunce el ceño.
—¿No sabes tocar?
—Lo siento señorita Dupont. Es que hay una mujer embarazada afuera que dice que necesita verla con urgencia.
Su rostro cambia en automático. Se pone tan pálida como un papel y se levanta del asiento cual resorte. Es la primera vez que la veo ponerse así de alterada.
—¿Alguien la vio? ¿Le dijo su nombre a alguien?
—Solo el guardia de seguridad de la entrada.
—Hazla pasar, y encárgate de decirle a Patrick que mantenga la boca cerrada.
—Muy bien.
Llamo a la mujer y la dejo entrar a la oficina a través de la sala de juntas que se encuentra al lado. Me sorprende mucho el secretismo en todo esto, pero no puedo hacer más que quedarme fuera mientras ellas hablan.
Natalie Dupont, ¿qué misterio te traes entre manos?
Cinco años habían pasado desde aquellos oscuros días en los que Natalie creyó haber perdido a Michael para siempre. A pesar de la ira y el dolor que había consumido su corazón durante tanto tiempo, Natalie no pudo evitar rendirse ante el amor que aún sentía por él.Ahora, muchos años después de aquel fatídico día, Natalie y Michael habían formado una familia. Tenían gemelos, una niña y un niño, que eran la luz de sus vidas. La alegría de poder ser madre había sanado el vacío en su corazón, dejó atrás su sed de venganza y se convirtió en la esposa del jefe de la mafia, una posición de poder y respeto que nunca habría imaginado para sí misma.Juntos, Natalie y Michael habían superado todas las adversidades, fortaleciendo su amor y su unión. Aunque sus vidas habían sido marcadas por la tragedia y la violencia, habían encontrado la paz y la felicidad en los brazos del otro, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío que el destino les pusiera en el camino.
CAPÍTULO 86: LAMENTO LA DEMORA, PRINCESAMichaelCinco meses se sienten como una eternidad, pensé que no podría volver a ver a Natalie después de todo lo que había pasado, pero ahora que la tengo frente a mí, tengo una sensación de extrañeza ante ella. Sigue siendo su mismo rostro, su mismo cuerpo que me enloquece, pero hay algo diferente en su mirada, la inocencia y ternura que la caracterizaban se han ido para reemplazarse con un oscuro vacío de dolor.Natalie se pone de pie lentamente, no se acerca a mí.—¿Michael? No, eso es imposible, yo… te vi morir.—Soy yo, princesa, te lo prometo.Doy un paso adelante, el deseo que tengo por tenerla entre mis brazos me hace actuar impulsivamente.—No, mientes —dice levantando el arma y apuntándome directo al pecho.Levanto los brazos sin dejar de avanzar hacia ella.—Princesa, baja eso, te prometo que todo tiene una explicación, pero debemos irnos de aquí antes de que llegue la policía.Natalie no puede contener más las lágrimas en sus ojos,
CAPÍTULO 85: VENGANZA CONSUMADANatalie5 meses después…—Viuda, ya está todo listo, tenemos al objetivo vigilado.—¿Sigue en el hotel?—Sí, viuda.—Bien, manténganlo vigilado, salgo ya mismo.Cuelgo la llamada y me doy una última mirada en el espejo antes de partir al hotel de cuarta donde el desgraciado de Ethan Blackwood se está escondiendo de mí. Me coloco mis lentes oscuros y retoco mi labial rojo como la sangre.Si tuviera que hacer un recuento de mi vida en estos cinco meses, diría que soy una persona completamente diferente. De hecho, así es. Natalie Dupont murió cuando Michael Reid lo hizo. Ahora soy “La viuda de la mafia”, o simplemente, “la viuda”.Jamás imaginé que mi futuro terminaría siendo de esta manera, pero no me arrepiento de nada. Entiendo en cierto modo por qué Michael era lo que era. Este mundo te atrapa y conquista de una manera que no puedo explicar.Mi empresa no pudo soportar los escándalos, los inversionistas dejaron de trabajar conmigo y perdí todo el apoyo
CAPÍTULO 84: UNA PROMESANatalieDos semanas después…Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados desde que todo aquello sucedió. La policía confirmó la muerte de Michael e informó que Ethan sigue prófugo de la justicia.Las acciones de los hospitales Blackwood cayeron en picada y mientras investigan si sus negocios sucios tienen relación con Ethan, su padre lo ha perdido todo.Pero yo no me he quedado atrás. Mi empresa también se sometió a investigación, en especial después de descubrir todo lo que hizo mi madre.No puedo creer que haya sido ella la causante de la pérdida de mi hijo. Todo este tiempo culpé a Michael pensando que tenía que ver con la vida secreta que me ocultaba, pero resultó que mi propio enemigo había estado ahí todo el tiempo.Cuando mi abuelo me reveló que yo en realidad no era su hija biológica, eso rompió mi corazón, pero sigo en shock, es como si otra Natalie viviera mi vida y no yo.Tengo todo este tiempo viviendo en la mansión de los Dupont, ya ni siquiera s
CAPÍTULO 83: ALGO HA MUERTO EN MI INTERIORNatalieCierro los ojos, el corazón me late tan fuerte que es todo lo que puedo escuchar en mis oídos. La mano de Ethan que me sujetaba con fuerza me libera de pronto, pienso que quizá el francotirador que estaba arriba lo ha matado, pero no me atrevo a mirar.De pronto, alguien me sacude trayéndome de vuelta a la realidad. Abro mis ojos de golpe y me doy cuenta de que nada ocurrió como yo esperaba.Hay un montón de policías rodeando la escena, se llevan a varios detenidos, pero no veo a Michael entre ellos. Eso hasta que mi vista se fija en el suelo y los oficiales que tratan de acordonar la escena.A pesar de que hay voces a mi alrededor que me hablan, no puedo escuchar nada. Levanto la mirada hacia arriba y veo muerto al hombre con el arma que hace unos segundos le apuntaba a Ethan.Vuelvo la vista hacia abajo y entonces comprendo que ese hombre en el suelo no es Ethan, y que los disparos que escuché habían sido para matar al francotirador
CAPÍTULO 82: MICHAEL, VEN POR MÍNatalieYa ni siquiera me importa el dolor en mi vientre, todo lo que demás que ha pasado es irrelevante porque las horas en este lugar son como años y los días, siglos. Me he secado de tanto llorar, pensando en lo tonta que he sido al dejarme engañar por estos hombres.Ethan ha regresado algunas veces con la intención de abus4r de mí, pero no sé por qué al final se detiene y no lo hace. Sin embargo, esta noche creo que no tendré tanta suerte.La puerta se abre de improvisto e Ethan entra y esta vez no trae una cara amable.—Ethan, no por favor, te lo suplico.—Te he dado muchas oportunidades Natalie, se acabó mi paciencia.—¡No! ¡No por favor! —grito, pero a él no le interesa mi negativa, mucho menos si con esto me hace un daño de por vida. Comienza a sacarse el cinturón y me acorrala contra la cama y la pared sin darme espacio para escapar.De inmediato se va sobre mí y me somete sujetando mis manos con fuerza.—Vas a ser mía quieras o no.—Ethan, po
Último capítulo