Capítulo 113. El dolor de los hijos duele más que el propio
Olga caminó hasta el vehículo de Alex, y esperó sin importar el frío, Richard al verla podía notar claramente como estaba acostumbrada al frío.
Se acercó a ella manteniendo las manos en los bolsillos, aunque había frío, el hombre llevaba guantes, las manos en los bolsillos hablaban más de su actitud hacia ella.
— ¿De alguna manera lo he ofendido, Richard?
Richard la miró con una mezcla de incredulidad y amargura.
«¿De verdad no lo sabía? ¿No veía la sombra que había dejado en él? » Se preguntó Richard.
Bien podría creer que ella lo había hecho a propósito, de esa manera no era él tan patético, solo un solitario que se impresionó por la belleza de una mujer diferente a cualquier otra que había conocido.
Por un instante, sus labios se entreabrieron, como si fuera a decir algo, pero solo exhaló un suspiro pesado. No era solo enojo lo que ardía en su pecho, era la punzada insoportable de querer a alguien que parecía incapaz de devolverlo. Una risa seca, casi sin sonido