Caballos y Etiqueta
Cuando salieron de la habitación, los guardias apostados en el pasillo inclinaron la cabeza con respeto. Damian sintió el peso de sus miradas sobre él, el reconocimiento silencioso de su presencia como consorte de la Matriarca. Su instinto le pedía mantenerse alerta, pero entonces sintió la presión cálida de los dedos de Alessia entrelazándose con los suyos.
El contacto lo ancló. Una oleada de calma se extendió por su pecho, como si ella tejiera con su tacto un escudo invisible contra la incertidumbre que lo acechaba. Sus ojos se desviaron hacia ella; su porte elegante, la serenidad con la que caminaba, el modo en que su túnica de seda negra fluía con cada paso, como si estuviera hecha de sombras vivientes.
A su alrededor, Nocturne se desplegaba con una majestuosidad oscura que le robó el aliento. Los pasillos eran altos y amplios, con