Capítulo 93. Pérdida
La mañana amanecía silenciosa, cubierta por una fina neblina que se filtraba a través de los ventanales del cuarto de invitados. Mya se removió entre las sábanas, con la sensación incómoda de un peso en el vientre. No era dolor exactamente, más bien una presión constante que no la dejaba sentirse del todo bien.
Se incorporó despacio, buscando un punto de apoyo en el respaldo de la cama. En la esquina, Alina estaba sentada en una butaca baja, la espalda recta y el cabello recogido en una trenza suelta, concentrada en bordar sobre una tela color marfil. La calma que irradiaba contrastaba con el desasosiego que Mya empezaba a sentir.
—¿Dormiste bien? —preguntó Alina sin levantar la vista del bastidor.
—Más o menos… —murmuró Mya, llevándose una mano al vientre—. Creo que comí demasiado anoche.
Pero al apartar las mantas para ponerse de pie, notó algo que la heló: un calor húmedo entre sus piernas. Bajó la vista y vio la mancha rojiza expandiéndose sobre la tela de su vestido de dormi