Capítulo 63. Cautiva
El bosque estaba silencioso, como si hasta los animales hubiesen aprendido a temer la presencia del líder enmascarado. La luna apenas lograba atravesar las copas de los árboles, pintando sombras alargadas sobre el césped húmedo. A un lado de un claro oculto, un pedazo de tierra fue removido, dejando al descubierto una trampilla de hierro ennegrecido por el tiempo. Él la abrió con brusquedad, bajando por una escalera de madera podrida. Su respiración era pesada, irregular. La sangre manchaba la parte derecha de su armadura: heridas recientes, recuerdo de una batalla maldita.
La mazmorra olía a humedad y a metal oxidado. En una esquina, encadenada como un animal, estaba la joven. Su cabello, antes brillante, estaba enmarañado y sucio. El vientre abultado evidenciaba su embarazo avanzado, fruto de la violencia que había sufrido. Al verlo descender, se estremeció, intentando hacerse más pequeña contra la pared, como si la piedra pudiera absorberla.
El hombre enmascarado se detuvo a mitad