Capítulo 37. Un suceso inesperado
La luz del amanecer se filtraba suavemente por los vitrales de la habitación, tiñendo las sábanas de tonos dorados y rosados. Alina fue la primera en abrir los ojos. Por un instante, no supo dónde estaba. Luego lo recordó: la noche anterior, el calor de Devon, su abrazo, sus labios… el amor que habían compartido. Giró lentamente la cabeza y lo vio dormido a su lado, el rostro relajado, casi juvenil, sin el peso de la responsabilidad que solía endurecer sus facciones.
Sintió una calidez nueva en el pecho. No era solo afecto. Era algo más profundo, una vibración interna, como si algo en su esencia hubiera despertado. Se incorporó con cuidado, sin despertarlo, y llevó la mano a su corazón. Podía sentirlo, no solo el suyo, sino el de él. Su energía. Su lobo. Como si, cada vez que se entregara a él, algo invisible los uniera aún más. ¿Era eso posible entre lobos de diferentes linajes? Sabía del ritual, de ser compañeros, de unirse para siempre, pero lo que sentía por él iba más allá.
Alina