Capítulo 36. Juntos
La noche había caído sobre el castillo con su habitual silencio denso, apenas interrumpido por el murmullo lejano del viento entre los árboles del bosque que lo rodeaba. En la habitación principal, Alina yacía recostada entre los cojines bordados de la cama, intentando encontrar descanso. Pero sus pensamientos daban vueltas sin cesar. A pesar del cansancio físico, su mente seguía despierta, inquieta. Las heridas ya no dolían tanto, pero el desasosiego permanecía en su pecho, como un peso difícil de nombrar.
La puerta se abrió suavemente, y Lira, su doncella, entró con una bandeja de madera. La colocó sobre la mesa y se acercó con una sonrisa suave.
—Le he traído algo de sopa caliente, mi señora —susurró—. Debería ayudarla a dormir.
Alina asintió con una sonrisa leve y tomó unas pocas cucharadas, más por educación que por hambre. En ese momento, se oyó un golpecito discreto en la puerta.
Devon apareció con su porte silencioso y firme. Sus ojos buscaron los de Alina al instante, y ella