Capítulo 23. El Ritual del filo lunar
El amanecer había llegado con un cielo encapotado y un silencio denso que parecía anticipar algo más que una simple reunión del consejo. La luna llena, perezosa y obstinada, aún colgaba en el cielo, desafiando al sol con su brillo pálido. Alina fue convocada al claro sagrado de la manada Blacknight, el corazón espiritual de su pueblo adoptivo, donde cada piedra hablaba de leyendas y antiguos pactos. Así lo había decidido el consejo para decidir su destino y su corazón latía agitado en su pecho.
Devon caminaba a su lado con el ceño fruncido, cada paso suyo era una batalla entre su deber como Alfa y el temblor en su corazón. No había podido dormir desde la reunión del consejo. Las palabras de Soriana, sembradas como semillas venenosas, habían crecido rápido entre los miembros más tradicionalistas.
Matilda, de pie con su bastón de roble blanco, alzó la voz:
—Hoy será decidido si el alma de esta loba está verdaderamente con nosotros.
Pero fue Martha, la madre de Devon, quien dio el golpe