El sol entraba con alegría por las cortinas, dorando los muebles de la sala como si quisiera convertir el atardecer en un espectáculo digno de admirar.
No había ido a trabajar hoy; Donovan me había obligado a quedarme en casa, sin opciones para negociar, y después de lo de ayer, no protesté.
Necesitaba tiempo a solas. Aire. Una pausa en mis obligaciones. Sin necesidad de ver o enfrentar a nadie.
Y aunque no me agradara demasiado, esta mansión era el mejor lugar para poder pasar mi tarde en paz. En realidad, había pasado un día bastante tranquilo. Después de que Donovan se fue, desayuné con Elena y luego fuimos hacia el hermoso jardín trasero que estaba en la mansión. El Castaño tenía a personas capacitadas para mantener el lugar, porque realmente me sentía como una princesa de época perdida en los laberintos florales.
Era hermoso.
Estuvimos allí, charlando un rato hasta que Karina nos sorprendió con su agradable visita sorpresa. Al principio pensé que Donovan la había enviado a casa