—Cassia... —Me tensé una vez más, pero no me moví—. Respóndeme.
Esto en definitiva no era buena idea. No sería capaz de mantener por mucho tiempo esta mentira, mucho menos si me giraba y lo miraba a los ojos. Sin importar cuánto tiempo pasara, jamás sería capaz de mentirle a mi mejor amigo a la cara.
Sin importar que ahora se comporte como un completo idiota.
Aún así, tenía que ingeniármelas. Aunque ya no tenía nada qué hacer en esta empresa, debía encontrar la manera de escapar sin revelar todo lo que había vivido durante mi matrimonio.
¿Qué hago?
—No es tu problema.
—¿Qué? —Lo escuché murmurar y varios pasos se acercaron.
Con lentitud, me giré, respirando profundo y tratando de controlar los latidos acelerados de mi corazón. Todo estaría bien si no lo miraba a los ojos; debía enfocarme en cualquier otro punto, menos en esos orbes que me transportaban de regreso a aquella casa privada donde compartí a su lado el momento más tierno e íntimo de mi vida.
La última vez que realmente fui