Gema
Mis ojos no se apartan de la persona que sostiene el cuchillo con forma de serpiente. Me llama la atención que, a pesar del ataque, su mirada no es hostil; al contrario, tiene una especie de calma confiada que me descoloca.
Es un hombre moreno, de un color chocolate intenso, con un cuerpo fornido y musculoso que se nota incluso bajo la ropa negra ajustada que lleva puesta. Su cabello está trenzado en largas rastas, con pequeños metales entrelazados que brillan con la luz del comedor al igual que sus ojos verdes. Y su sonrisa… vaya, su sonrisa es de infarto, capaz de desarmar a cualquiera.
—Vaya… menudos reflejos —dice, con voz grave pero divertida. Mis sentidos me dicen que sus intenciones no son hostiles.
Retrocede un paso, manteniendo el cuchillo en la mano, como si estuviera tanteando mi reacción, pero sin perder la sonrisa. La seguridad que transmite es casi magnética, muy similar a Leonardo.
—¿Y tú quién eres?—digo arqueando una ceja.
—Es mi hermano mayor—dice una voz detr