ULRIK
—Voy a secuestrar a Astrid Arenberg.
Apenas decir eso, todas las miradas en el salón se volvieron hacia mí con impresión, y sonreí.
—¡¿Qué?!
Lars fue quien gritó. Él estaba sentado a mi lado y no pudo evitar contemplarme como si fuera una cosa rara.
—Había planeado no decirte nada, pero creo que es mejor que lo sepas.
Frunció el ceño.
—¿Por qué querrías secuestrar a mi madre?
Nos encontrábamos en casa de mis padres, a las afueras de la ciudad, y conversábamos después de la cena familiar. Era un buen momento para sacar el tema con todos presentes.
—Tu madre me llamó hace dos días para pedirme ayuda. Le dije que podía llamarme si sentía que necesitaba salir de ahí, y creo que después del regalito de Malek, bueno… quedó lo bastante conmocionada como para tomar la decisión. Tu hermano le dio mi número, y ya lo preparé casi todo, excepto una cosa.
En eso volteé hacia mi madre, que me recibió con interés.
—¿Qué?
—Necesito un lugar que sea cien por ciento seguro para que ella se quede