LARS
Pasaron dos semanas antes de que me diera cuenta, y tuve mi primera consulta para conocer el estado de mis lesiones.
Me hicieron rayos X y tomografías, además de exámenes de sangre y todo eso que me hizo tiritar porque detestaba las agujas. Sin embargo, no estaba solo. Ulrik estaba conmigo.
Siempre estuvo conmigo, lo que llenó mi corazón de una calidez que hacía demasiado no sentía.
Era como estar en casa. Él era mi verdadero hogar.
Y yo me encontraba bastante mejor. El doctor dijo que quizá no tendría que esperar las seis semanas enteras para volver al trabajo, pero debía ser paciente.
Esa noche, tras la cena, me di cuenta de que Ulrik hablaba por teléfono y parecía distraído.
Estos días había tenido algunas cosas en mente. Él me consintió, no mentiré. No podíamos tener sexo, ni la más mínima estimulación por orden médica, así que preparaba todas mis comidas, me ayudaba a bañarme y vestirme, porque aún dolía, y me acompañaba a dar paseos por su jardín. Era como estar en el Cielo