ULRIK
No me gustaba que la gente intentara manipularme, pero no por eso intentaría matarlos a todos, ¿verdad?
Sin embargo, cuando te metías con las personas que para mí eran sagradas la cosa cambiaba. Y sí, Lars para mí era sagrado, y a mis ojos su vida valía millones de veces más que la de Malek, por muy amigo mío que fuera.
Su cara palideció más de lo que estaba y tragó entero.
—¿Qué haces… aquí? —balbuceó con voz ronca, producto de ser sometido a periodos de hambre y sed desde que estaba aquí.
—Bueno, este lugar es mío, naturalmente estaría aquí, ¿no crees? —contesté con tono casual, lo que lo sorprendió.
Malek era un amigo, pero no el tipo de amigo al que le cuentas tus cosas, sino uno más normal, casual, y era evidente que no sabía casi nada sobre mí.
—¿Cómo…? —Ni siquiera pudo terminar de hablar y se quedó boquiabierto y con los ojos desorbitados. Casi podía sentir su corazón romperse, pero no me importaba—. Tú… ¿me metiste aquí?
—¡Bingo! —espeté, y una sonrisa pícara pintó mis