LARS
Al día siguiente, Casper me envió un mensaje a media tarde anunciando que ya había cambiado de hotel, y que a Joris y a él les encantaría visitarme.
Ulrik, que había pasado todo el día en casa cuidando de mí, se animó al saberlo y los recibió con una sonrisa cuando llegaron. Yo me encontraba sentado en el sofá del salón para entonces, con el dolor controlado por la medicina.
—¿No deberías estar acostado? —preguntó Joris apenas sentarse.
—No puedo pasar todo el día en cama… es contraproducente —murmuré.
—¿Quieren té o agua? —preguntó Ulrik desde la cocina. Su forma de actuar tan relajada me seguía sorprendiendo.
—Agua para mí —contestó Casper como si nada.
Joris, algo curioso, respondió:
—Un poco de té para mí, por favor.
Y se quedó viendo mientras el moreno lo servía todo y lo traía a la mesa.
—Iré a mi estudio a ocuparme de algunas cosas. Si me necesitan, solo toquen a mi puerta.
Asentí y él se fue. Su estudio quedaba a dos puertas de su habitación, y los tres oímos el sonido de