LARS
Sus besos contra mi cuello en medio del agua tibia me relajaron a sobremanera, y me sentí el hombre más feliz del mundo.
Bajó las manos a mis caderas, y el ligero masaje me hizo rezongar con complacencia.
—¿Te gusta? —susurró el moreno a mi oído y luego besó el lóbulo de la oreja.
—Sí… es relajante. —Cerré los ojos y lo dejé aventurarse de nuevo hasta mi pene, que empezó a acariciar con calma—. ¿Crees que se vuelva a levantar? Pienso que está tan agotado como su dueño.
Ulrik soltó una risita y empezó a repartir pequeños besos en mi cuello.
—Hagamos la prueba.
Y sí, se levantó, y me corrí en la tina, terminando tan relajado que apenas pude levantarme para salir de ahí.
Ulrik me ayudó, me secó y me vistió, cosa que no me molestó, y a él tampoco.
Esto era… como volver al pasado, y al menos por ahora quería disfrutar de esa pequeña burbuja.
Era casi una costumbre para mí terminar así después del buen sexo, porque tener un falo grande y grueso dentro era una cosa, pero que este perten