LARS
Ulrik Jantzen era un estúpido. ¿Por qué por unos momentos pensé que había dejado de ser el tipo insufrible que me sacaba de quicio?
¡Sí, terminamos por mi culpa, joder! ¿Pero entonces por qué me trataba bien y luego salía con sus indirectas y mensajes ocultos? ¡Si me vas a tratar mal hazlo siempre, maldita sea! O yo podría…
No. ¿Cómo podría pensar que algo había cambiado? Si para empezar el que tenía que cambiar era yo.
Pero una cosa era decirlo y otra hacerlo.
A diferencia de él, a mí me dieron el alta al día siguiente, y mis padres no dudaron en montarme en un avión con mi asistente y Soren y regresarme a Hiraeth.
Pensaba que tenía un tiempo para relajarme después de esa experiencia tan turbia, pero no.
—Dentro de dos semanas vas a viajar a Dinamarca para sumarte a un proyecto de desarrollo con Frantid.
Fruncí el ceño.
—¿Qué? ¿Por qué?
Él parecía molesto, y de cierto modo entendía la razón.
No había nada que le molestara más a mi padre que tener que reconocer que el Grupo Empre