CAPÍTULO 52 — EL SUSTO

(Narrado por Bia)

El lago brillaba como un espejo roto, lleno de rayitas doradas del sol. La tía Flavia estaba sentada en la hierba con ese pincel mágico suyo, haciendo un cuadro que parecía de verdad. Mel y yo estábamos dibujando dragones: el mío era rosa y escupía flores, el de ella era azul y tenía ojos de águila (ella dijo que los dragones de verdad no escupen flores, pero yo la ignoré).

Fue entonces cuando apareció el tío Rafa.

Llegó calladito, igual que el gato de la vecina cuando quiere robar comida. Luego empezó a besarle el cuello a la tía Flavia, y ella puso cara de "no estoy viendo nada", pero nos guiñó un ojo. Yo intenté no reírme, pero mi dragón terminó con la barriga toda temblorosa.

— Píntame a mí, princesa — pidió el tío Rafa, con esa voz grave que usa cuando quiere algo.

La tía Flavia se inclinó y le habló bajito al oído. Solo alcancé a escuchar "regalo" y "cuarto", pero debía de ser algo bueno, porque el tío Rafa salió corriendo igual que cuando Mel dice que encontr
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