Narrado por Flávia
Momentos antes de que Rafael salvara a las gemelas…
El coche aceleraba rumbo al Muelle 54, las luces de Manhattan dibujando líneas sangrientas en el vidrio. Rafael conducía con una sola mano, la otra apretando la Glock sobre su regazo. Su perfil era una estatua de hielo bajo la luz de los postes, hasta que su voz quebró el silencio:
—Ahora lo sabes. No fui un buen hijo, un buen hermano, ni un buen hombre.
Sus dedos blanquearon sobre el volante.
—Necesito oírlo: ¿aún puedes amar al monstruo que cargo dentro de mí?
Detuve el reloj del mundo con mi mano sobre la suya.
—El niño que llamó a Albert no era un monstruo. Era un niño asustado buscando un padre —empecé, sintiendo su pulso acelerado.
—El hombre que quebró las piernas de esa basura... sí, fue cruel. Pero también es el mismo que...
Mi voz se quebró al encontrar sus ojos, dorados y devastados.
—Que construyó un hogar para Mel y Bia después de que sus padres murieran. Que me protege a mí y a mi familia como un drag