LAURA
Papá asintió con expresión seria.
—Estoy de acuerdo contigo, pero no te apresures a tomar una decisión sin pensarlo bien. Quiero que seas feliz, no quiero ver tristeza en tu mirada ni confusión en tu corazón. ¿Mañana irás a la universidad?
—Sí, ya perdí tres días.
—Hablando de eso, ¿cómo estuvo el paseo?
—Bien, me desestresé un poco, perdí la noción del tiempo y recordé el pasado. Me conecté con la naturaleza y me sentí bien.
Papá me miró con curiosidad antes de preguntar:
—¿Martín tuvo algo que ver en ese cambio?
—Él estuvo en sus cosas… pero sí, creo que nos conectamos ayer y recordé cuánto lo aprecio y lo importante que es en mi vida.
—Los había visto distanciados y hoy parece que eso cambió. Me gusta que pase.
—¡Papá! Yo… bueno, quería preguntarte algo…
—¡Sí! Dime, cariño.
Pensé en decirle lo de Martín, pero no pude hacerlo.
—Nada, es algo que no tiene importancia. Gracias por el té.
Me retiré de la cocina con un torbellino de pensamientos en la cabeza.
Me dejé caer sobre la