MARTIN
El tiempo no cura todas las heridas, pero nos da la oportunidad de aprender a vivir con ellas. Habían pasado meses desde aquel día en la corte. La sentencia que recibí fue justa, pero lo más importante es que me dio la posibilidad de salir con la cabeza en alto. Sabía que había cometido errores, que había actuado con imprudencia y había puesto en peligro a las personas que amaba, pero también sabía que, al final, todo valía la pena por ellos.
El día de mi liberación llegó mucho más rápido de lo que imaginé. Me despedí de aquellos que, en el reclusorio, se habían convertido en una especie de familia temporal. No todos tenían la suerte que yo tenía de tener alguien esperando al otro lado de los barrotes.
Al salir, lo primero que vi fue a Laura. Se veía hermosa, con su cabello recogido y una sonrisa nerviosa en los labios. Pero lo que realmente me dejó sin aire fue Gabriel en sus brazos. Mi hijo. Tan pequeño y frágil, pero tan fuerte a la vez. Casi no podía creer que, después de ta