**Po'v Adrián Salvatore**
Al día siguiente en la Torre Marbelle, el sol pegaba fuerte en los ventanales, reflejando Milán abajo como un tablero de ajedrez. Yo caminaba el corredor, traje gris ajustado, mente en rusos y Puerto Rico. Melissa me alcanzó, tableta en mano, papeles apilados.
"Señor Salvatore, acuérdese que hoy es la fiesta de beneficencia del hogar de la Madre Teresa de Calcuta. Usted ofreció una cantidad grande para esos niños pobres y enfermos de cáncer", dijo ella, voz profesional pero urgente.
"Carajos, lo di por olvidado. No me acordaba de esa mierda. Cancela todo lo de la media tarde para prepararme y asistir con mi esposa", respondí, parando en seco.
"Okay, señor, así será", dijo Melissa, tecleando rápido mientras caminaba tras de mí. "Iré ajustando agenda".
"Y la asistente mía, ¿ya llegó?", pregunté intrigado y arrogante, alzando ceja.
"Sí, está en su oficina", respondió ella.
"Okay, hágala pasar a mi oficina mientras entro", ordené, abriendo la puerta de vidrio.
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